En California, los fondos descubrieron que no hay inversión más rentable que la tierra de cultivo. Ahora le toca a España
En los últimos meses, hemos hablado mucho del campo. De sus problemas y dificultades, de los retos pendientes y de la posibilidad misma de un futuro. Son dudas legítimas que tenemos nosotros, que tienen las personas del medio rural y que tienen (o que deberían tener) las administraciones. Pero curiosamente no es una pregunta que se estén haciendo los grandes fondos de inversión del mundo.
Los fondos, de hecho, lo están comprando. Hectáreas y hectáreas de terrenos cultivable han cambiado de manos en los últimos años y eso, por supuesto, tiene implicaciones.
El idilio entre los fondo de inversión y la agricultura no es nuevo. Hace unos días, Lucía Gómez hacía un repaso de los últimos movimientos del sector en El Economista y la verdad es que es realmente sorprendente: “ProA Capital se hizo con Patatas Hijolusa hace dos años y la sumó a la productora de uvas Moyca; Agromillora pasó a manos de Edify; Fremman Capital se quedó con Frutas Bollo; y Magnum Capital adquirió una posición relevante en Grupo Fernando Corral. Otras más grandes han sido, por ejemplo, las protagonizadas por Miura Partners con la frutícola Citri&Co; la adquisición por parte de Portobello Capital de un 45% de Eurocebollas o la compra de Innoliva por parte de Fiera Capital”.
Ni siquiera es algo específicamente español. De hecho, la llegada del capital financiero al campo tuvo su gran laboratorio en Estados Unidos y, específicamente, en California. El motivo fundamental es que desde el año 2000, las tierras agrícolas han ido teniendo rendimientos del 11%. Es decir, un rendimiento muy parecido al del mercado de valores, pero con muchísima menos volatilidad.
En resumen, se trata de un buen negocio. Y una buena inversión. En EEUU, el valor de las tierras haya aumentado un 6% anual durante las últimas cinco décadas Tanto es así que este 2024, el senado estatal de California está tramitando una ley para prohibir que inversores extranjeros compren tierras agrícolas. Especialmente si tienen participación gubernamental.
Un dato más: hace 15 años había apenas un centenar de fondos de inversión especializados en el sector agroalimentario. Ahora hay unos 900 a nivel mundial.
Y después de la huerta de EEUU, la huerta de Europa. California produce un tercio de todos los vegetales de EEUU y hasta dos tercios de las frutas y las nueces. Por eso, atrae casi el 50% de las inversiones globales. Pero el siguiente paso lógico era buscar lugares similares en otras partes del mundo: partes como España.
Como explicaba en El Economista Miguel Ángel López Mateo, socio del área de Agribusiness de Garrigues, “hasta hace poco las inversiones [..] se centraban únicamente en la compra de compañías, mientras […] las compras de terrenos se realizaban habitualmente entre empresas del sector. Sin embargo, desde hace unos años los fondos especializados en terrenos agrícolas están tomando posiciones relevantes en España”.
Cuando el cambio climático te viene bien. Ahora mismo lo más demandado son campos de almendra, olivar, aguacate o cítricos. La inversión en su conjunto creció en 2023 un 20% con respecto a 2022 y alcanzó los mil millones. Pero centrarse en esto es no mirar la imagen completa, no ver la jugada de fondo.
Y es que cuatro de cada diez propietarios de fincas rústicas y hasta el 50% de los titulares de una explotación ganadera en España están a punto de jubilarse. Miles de hectáreas de cultivo van a salir al mercado en los próximos años y los fondos van a estar ahí para comprar.
Sobre todo, porque “los buenos activos con acceso garantizado a agua son cada vez más escasos” y, a largo plazo, se harán especialmente rentables. Demasiado rentables.
Imagen | Angel de los Rios
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