El cisma de las monjas de Burgos ha desatado una guerra judicial en la Iglesia. El motivo: quién se queda un monasterio
Del cenobio, a los tribunales. El terremoto desatado esta semana por las monjas reposteras que decidieron romper con la Iglesia de Roma dejará sentir sus réplicas en un lugar que poco tiene que ver con misas, oraciones y postres conventuales: los juzgados. Y con demandas cruzadas entre religiosas que hasta hace no mucho eran hermanas de la misma orden, las clarisas. En el centro de la disputa tampoco hay nada relacionado con la fe o doctrina. La clave es un viejo monasterio burgalés.
Nos explicamos.
¿Qué ha pasado? Que un grupo de religiosas de Belorado y Orduña han provocado un seísmo en la Iglesia española. Uno lo suficientemente fuerte como para colarlas en el prime time televisivo, viralizarse en redes e incluso provocar una airada respuesta del arzobispo de Burgos y el obispo de Vitoria. ¿El motivo? Muy sencillo: hace unos días las monjas, un grupo de 16 clarisas famosas hasta entonces por sus trufas y lideradas por sor Isabel de la Trinidad, publicó un mensaje en el que anunciaban su ruptura con la Iglesia de Roma y el Papa.
Su gesto impactó por el fondo, pero también por las formas. Las clarisas denunciaron ser víctimas de una “persecución” y que la Iglesia conciliar ha estado poniéndoles “palos en las ruedas”. Y por si todo eso no fuera suficiente, incluyeron un manifiesto en el que afirman que el último Papa válido fue Pío XII, fallecido en 1958. En un comunicado colgado en la web “Te Hago Luz” afirmaban además que desde ese mismo día su comunidad pasaba a estar bajo la tutela de Pablo de Rojas, excomulgado hace cinco años, y líder de la Pía Unión de San Pablo Apóstol.
Cuestión de doctrina… y mucho más. En el centro de la polémica hay sin embargo mucho más que diferencias doctrinales. Había propiedades. Para ser más precisos, dos monasterios. Así lo reconocieron al inicio de la polémica tanto las monjas rebeldes como el Arzobispado de Burgos y Obispado de Vitoria.
Groso modo, el caso es el siguiente: en 2020 las monjas clarisas de Belorado firmaron un acuerdo de compraventa con sus hermanas de Vitoria para hacerse con el Monasterio de Orduña, a la venta desde hacía 18 años. Todo a cambio de una generosa suma: 1,2 millones de euros. Durante el pacto se aportaron 100.000 euros y se acordó que a partir de ese momento las religiosas de Belorado harían frente a pagos semestrales de 75.000 euros. El primero, en noviembre de 2022.
Primer giro de guion. Aquella cantidad nunca llegó a abonarse. Y la razón podría ser la otra clave de la pelea. Las monjas de Belorado eran dueñas a su vez de otro monasterio, en Derio, cuyas inquilinas se habían mudado ya al nuevo cenobio de Orduña. Así pues las clarisas ahora en rebeldía pidieron permiso para venderlo. Del comunicado del Obispado se desprende que su objetivo era usar el dinero de esa operación para hacer frente al coste de su nuevo hogar, en Orduña.
El problema es que esa licencia de venta —denuncia sor Isabel con evidente malestar— se eternizó. “Hemos llegado al punto de estar bloqueadas desde Roma por no querer concedernos licencia de venta del convento”, lamenta la abadesa, “por lo que hemos perdido una ocasión necesaria de vender, pagar lo debido y descansar del exceso de trabajo y problemas que esta propiedad nos ha traído”.
Segundo giro de guion. En marzo las cosas se complicaron aún más. Contra todo pronóstico, la abadesa sor Isabel aseguró tener un “benefactor” dispuesto a comprar el Monasterio de Orduña —el del acuerdo de 2020— y revendérselo a las monjas una vez estas lograsen desprenderse del cenobio de Derio e ingresarse el dinero correspondiente. Aquella idea no gustó demasiado a la curia.
El motivo principal es que sor Isabel se empeñaba en mantener en secreto la identidad del “benefactor” misterioso y la Iglesia sospechaba que podía tratarse de alguien “ajeno” a la entidad, como el obispo excomulgado Pablo de Rojas. Así pues, las clarisas de Vitoria, aquellas que en otoño de 2020 habían accedido a venderles el monasterio a sus hermanas de Belorado por 1,2 millones, se echaron atrás.
Tercer giro de guion. El 7 de mayo las de Vitoria citaron a sus hermanas de Belorado en un notario para rescindir el contrato de compraventa firmado casi cuatro años antes. El problema es que las segundas se plantaron en el despacho con su propio “as legal” debajo de la manga”: en vez de firmar, presentaron otro documento que elevaría el coste de privarlas del monasterio de Orduña.
En concreto, explica el Obispado, las clarisas rebeldes exigían 1,6 millones en compensación por las obras que su comunidad ha estado realizando en el cenobio de Orduña durante este tiempo. Por si aquello no fuera suficiente, incluían además un 30% por “daños y perjuicios”. El tema acabó en “instancias judiciales”.
Y… ¿el último giro? Esa era la situación a 7 de mayo. Hoy, nueve días después, la cosa se ha complicado aún más: tras el comunicado publicado por las clarisas de Belorado y el consiguiente revuelo, sus compañeras de Vitoria han decidido mover ficha. Y endurecer su postura. Presentarán una demanda para conseguir que se anule la compraventa del monasterio de Orduña a las religiosas de Belorado. Y han decidido hacerlo alegando un argumento muy simple: “No se pueden quedar con las propiedades” de la Iglesia católica porque se han pasado a “una secta”.
La Voz precisa que la congregación de la capital alavesa, que todavía sería la propietaria legal del edificio religioso, ha contratado ya los servicios de un bufete y en cuestión de días presentará una demanda. A su favor, según el diario, tendrían que la escritura suscrita en su día incluía una cláusula de rescisión del contrato en caso de impago y las hermanas reposteras tendrían pagos pendientes.
“Se han ido a una secta”. Durante su visita al despacho de abogados, las monjas de Vitoria estuvieron acompañadas por un vicario de su Diócesis, quien se pronunció de forma muy dura sobre las monjas rebeldes de Belorado: “Se han ido a una secta, no pueden quedarse con las propiedades”. “Si no hubiera pasado esto, las hermanas de Vitoria nunca les hubiesen pedido un duro porque las dos son clarisas, pero ellas ya han dejado de serlo”, recalcó el portavoz de la Diócesis.
Suma y sigue de polémicas. Por si la situación no fuera complicada ya de por sí, a lo largo de las últimas horas unas y otros, las monjas rebeldes y la Conferencia Episcopal Española (CEE), han dado pasos que enturbian aún más el caso.
Las primeras han recurrido a Instagram para colgar vídeos en los que, entre otras cuestiones, aseguran que “explicarán” su postura, piden paciencia y aseguran que no pretenden abandonar la Iglesia. “A los que estáis preocupados por esto, tened paciencia. Estamos bien. Nuestra realidad no es que estemos secuestradas”. Desde la CEE también han tomado la palabra para pedir a las monjas clarisas de Belorado disconformes con lo que está ocurriendo que “expresen su postura con libertad”.
Imágenes | Xataka con Midjourney y Wikipedia (Zarateman)