El mundo parece dirigido a condenar al alcohol. El ejemplo de Irlanda es solo un aviso para navegantes
Pongamos España como ejemplo. Comer y beber (alcohol) van casi de la mano desde tiempos inmemoriales como parte de eso que llamamos socializar. Sin embargo, algo parece estar cambiando en las nuevas generaciones y la sociedad. Todo ello viene dado por una cuestión que pocas veces se planteaba en torno al alcohol: ¿qué demonios nos estamos metiendo en el cuerpo?
Irlanda va a ser el primer país en cuestionar esa parte tan arraigada de nuestra cultura, y lo hará “señalando” directamente al alcohol.
Alcohol, calorías y más. La Voz de Galicia publicó un reportaje donde algunos expertos analizaban qué había detrás del alcohol en clave nutricional, y parece claro que entre los muchos riesgos y problemas del alcohol, el del aporte calórico es uno que no podemos pasar por alto. No solo eso. Más allá del contenido y los propios ingredientes de todas las bebidas alcohólicas, hay otro problema derivado: las señales que envía al cerebro y que aumentan la sensación de hambre, provocando un desequilibrio hormonal que favorece otra de las lacras de las sociedades modernas: el sobrepeso.
Porque realmente son muchas calorías. Dos cañas o copas de vino son alrededor de 240 calorías (algo que ha creado bastante revuelo), y dos cubatas con cola (extra de azúcar) hasta 700 calorías. Teniendo en cuenta, por ejemplo, que España está en el pódium de los países que más alcohol consumen en el mundo, con 11 litros por persona mayor de 15 años de media al año, y que el sobrepeso y la obesidad se han disparado, sufriéndola actualmente el 55% de los adultos españoles, parece sensato, cuanto menos, que la claridad en torno a lo que bebemos debería estar identificado y señalado en alguna parte del envase. El problema es que no lo está.
Irlanda tiene un plan pionero. El país decidió el año pasado que desde el 22 de mayo de 2026 serán los primeros en el mundo en exigir en las bebidas alcohólicas etiquetas sanitarias. Dicho de otra forma, será obligatorio que los envases de las bebidas alcohólicas muestren información que incluya el contenido calórico, los riesgos de cáncer y enfermedades hepáticas o los peligros de beber durante el embarazo. Además, todas deberán dirigir a los consumidores al sitio web del Ejecutivo del Servicio de Salud Irlandés para obtener más información sobre el consumo de alcohol.
Reacciones a dos años del etiquetado. La propuesta no ha sentado bien a todo el mundo, obvio. Toda la industria que se mueve en torno a la producción de bebidas alcohólicas ha mostrado preocupación. Por ejemplo, una de las asociaciones de agricultores más grandes de Italia se mostró muy crítica, “se corre el riesgo de abrir la puerta a otra legislación capaz de influir negativamente en las elecciones de los consumidores”. También SpiritsEUROPE, la organización europea de bebidas espirituosas, presentó una queja formal pidiendo a la Comisión Europea que investigara la nueva política.
En clave nacional, y dado que Irlanda es el primer país en introducir estas reglas, significa que los productos vendidos allí requerirán etiquetas especiales. Una posible consecuencia no deseada podría ser que Irlanda pierda una selección de productos alcohólicos si los productores no están dispuestos a cumplir estas normas.
El alcohol y las nuevas generaciones. Frente a las dudas entre los productores de alcohol de todo el continente, parece que en los últimos años se está dando un cambio “social”. En 2021, los hogares de la UE gastaron 128.000 millones de euros en alcohol y, sin embargo, existe una disminución notable en el consumo del mismo entre las generaciones más jóvenes. En este sentido, Victor Warhem, representante del Centro de Política Europea en Francia, contaba que los comportamientos de las generaciones jóvenes se alejan cada vez más del alcohol, “está cada vez menos asociado a la celebración y la diversión”, señala.
De hecho, las bebidas bajas en alcohol, o directamente sin alcohol, son claramente un sector en crecimiento para la industria. Según una investigación en Nutrients Journal, “con el tiempo, los consumidores europeos compran y beben cada vez más productos con alcohol de menor graduación, y aproximadamente dos quintas partes lo hacen para beber menos alcohol”. En España, los consumos intensivos de alcohol disminuyeron 2,7 puntos porcentuales en la población de entre 15 a 64 años respecto a 2020, pasando de un 19,4% a un 16,7% en 2022.
En definitiva, algo parece estar cambiando en torno al alcohol, e Irlanda será el primero en señalarlo.
Imagen | John Cafazza