Esta rana chilla en ultrasonidos. No sabemos muy bien por qué, pero acabamos de descubrirlo
Algo realmente apasionante es que cada cierto tiempo seguimos descubriendo nuevas especies tanto de flora como de fauna. Algunos desaparecieron hace miles de años, pero otros están vivos, como el gecko enano estrellado de Van Gogh cuyo hallazgo se anunció hace poco. Algo curioso es que también aprendemos sobre el comportamiento y acciones de animales ya descubiertos.
Es el ejemplo del chillido de una pequeña rana brasileña cuya frecuencia puede llegar a los 44 kHz.
Hadadus binotatus. La rana de hojarasca, o hadadus binotatus por su nombre científico, es una de las más abundantes. Su descripción apareció por primera vez en 18245 y es muy numerosa en los bosques brasileños, adaptándose muy bien incluso a los bosques intervenidos por el hombre. Tiene depredadores naturales, evidentemente, pero aunque la población es estable, actualmente el ser humano y la deforestación son sus peores enemigos. Es un anfibio bastante pequeño, con los especímenes más grandes -las hembras- alcanzando los seis centímetros como mucho.
Ultrasonido. Bien, pues aun conociendo bastantes datos sobre este animal, había algo que era desconocido hasta ahora. Las ranas emiten sonidos bastante peculiares, siendo estos señales de alarma, dolor o una advertencia y están enfocados a… bueno, a ser escuchados. Sin embargo, en un nuevo estudio se ha hallado que estas ranas pueden emitir ultrasonidos. Era algo que se sospechaba, pero con las herramientas de medición precisas, se han podido emitir ‘gritos’ que van desde los 7 kHz hasta los 44 kHz.
Los humanos podemos oír sonidos en frecuencias de los 20 Hz hasta los 20 kHz, por lo que esta pequeña rana está emitiendo sonidos muy por encima de lo que nosotros podemos percibir. Ahora bien, esa frecuencia es la que pueden emitir y oír algunos depredadores potenciales de los anfibios, como roedores, murciélagos y pequeños primates.
Ataque y socorro. Una de las hipótesis de los investigadores es que se trata de una forma de defenderse. Ubirat ã Ferreira Souza, es un ecólogo conductual de la Universidad Estadual de Campina y apunta que este grito es “una llamada de socorro que se dirige a algunos de estos animales [los potenciales depredadores], pero también podría darse el caso de que la banda de frecuencia sea generalista, por lo que tiene como objetivo asustar a tantos depredadores como sea posible”.
Y lo cierto es que, por los dibujos que han preparado, este sonido es todo un ritual, como si la rana “cargase” el ataque. Primero arquea la espalda mientras levanta la parte delantera de su cuerpo. El siguiente paso es abrir bien la boca y podríamos pensar que ahí emite el ‘rugido’, pero realmente este se produce cuando la rana cierra parcialmente la boca.
Otra de las hipótesis es que se trate de un sonido que atrae a un depredador del animal que se la está intentando comer. Es decir, afirman que no están claros los mecanismos por los cuales estos gritos sirven como elemento disuasorio, por lo que también podría ser otra cosa. “¿Y si la llamada tiene como objetivo atraer a un búho que ataque a una serpiente que está a punto de comerse a la rana?” Es otra afirmación de Souza, describiendo una situación que paree más complicada, pero como no está claro, de momento todo son hipótesis.
No es tan especial. Lo que está claro es que puede haber más anfibios así en Brasil. Mariana Retuci Pontes, ecologista de la misma universidad, apunta que “teniendo en cuenta que la diversidad de anfibios en Brasil es la mayor del mundo, con más de 2.000 especies descritas, no sería sorprendente encontrar que otras ranas también emiten sonidos en estas frecuencias”. Y, al margen de esto, el descubrimiento puede ocasionar que los investigadores tengan en cuenta a partir de ahora estas posibilidades, utilizando equipo específico para medir frecuencias que los humanos no apreciamos.
Eso sí, si lo de esta pequeña rana te parece espectacular, no hay que olvidar que otros pequeñísimos animales son capaces de hacer el mismo ruido que la turbina de un avión. Se trata de los peces del género Danionella y, con sus 12 milímetros, son capaces de emitir un chillido a 140 decibelios. Y no es el más ruidoso, hay otro pez llamado Cynoscion othonopterus capaz de superar los 175 dB y una gamba que genera sonidos de hasta 250 dB.
Lo cierto es que resulta curioso pensar que podemos haber paseado pro zonas en las que hay multitud de animalitos como estas ranas que están chillando a lo loco mientras nosotros no nos enteramos de nada.
Imagen principal | Felipe Gomes