Las mejores ideas surgen en la ducha y la ciencia tiene una explicación: el efecto Eureka
Llevas varios días dándole vueltas a un problema sin encontrarle solución hasta que un día, mientras te das una ducha y sientes las gotas de agua caliente en la cara, de repente, ahí está. ¡¡Eureka, ha aparecido de la nada la solución a tu problema!!
Aunque pueda parecer una reacción espontánea, en realidad no lo es tanto. Responde a una serie de condicionantes que han abonado el terreno para que se produzca esa especie de epifanía en la que todo cuadra. “No soy un genio, hay ideas que se me ocurren en la ducha”, decía Adrian Newey, ingeniero jefe de tres escuderías campeonas del mundial de constructores de F1 en una entrevista con El País.
La inspiración de Arquímedes. La historia de este fenómeno se atribuye al erudito griego Arquímedes, según se recoge en los relatos del escritor romano Vitruvio 200 años más tarde. Al parecer, mientras el matemático griego disfrutaba de un relajante baño, le llegó la solución para determinar el volumen de la corona de oro que le había planteado el rey Hierón II de Siracusa.
Vitruvio contaba que el sabio griego salió de la bañera de un salto y comenzó a correr desnudo hasta su casa gritando ¡Eureka, eureka! (¡lo encontré, lo encontré!). Lo que le sucedió a Arquímedes no fue ni magia ni una casualidad y, de hecho, se ha repetido en innumerables ocasiones a lo largo de la historia. Es más que probable que a ti también te haya pasado alguna vez.
La ciencia ha estudiado este fenómeno. Una investigación de los psicólogos John Kounios y Mark Beeman de las universidades de Drexel y Northwestern, descubrió que el cerebro es capaz de procesar y clasificar mejor los conceptos cuando no se encuentra analizando el problema conscientemente. Según los autores del estudio, “el compromiso mental sin objetivos es una actividad que permite una asociación libre no lineal e integradora de ideas que deriva en avances creativos”.
Es decir, al dar un descanso al cerebro y poner “el piloto automático” en tareas mecánicas y rutinarias, como ducharse o lavar los platos, se facilita la asociación de ideas. En ese proceso de “desconexión” del análisis consciente, el cerebro realizar las conexiones adecuadas, haciendo que todas de las piezas encajen.
La conexión entre la divagación mental y la creatividad. Los estudios de Jonathan W. Schooler y Claire Zedelius de la Universidad de California establecieron una relación directa entre la divagación mental, asociado a la “desconexión” que se concede al cerebro al realizar tareas mecánicas o automáticas y el hallazgo de soluciones creativas.
Las investigaciones de Kounios y Beeman localizaron una explosión de neurotransmisores en la circunvolución temporal anterosuperior del hemisferio derecho—o dicho de otro modo, a la altura de la oreja derecha— 0,3 segundos antes de producirse el efecto Eureka.
No es un milagro espontáneo, es trabajo previo. Los expertos señalan que este proceso de resolución de problemas no surge de forma “mágica”, sino que responde a un trabajo previo de aprendizaje y análisis de los problemas.
Es decir, lo único que sucede durante el efecto Eureka es la conexión de los problemas con las fórmulas para solucionarlos, pero previamente habrás tenido que trabajar tanto en el análisis del problema como en el de las posibles soluciones. Luego el cerebro aplica su particular capa de abstracción y cuando se dan las condiciones de relax y desconexión adecuadas y, simplemente, une los puntos de forma subconsciente.
Las tres “B” del efecto Eureka. Todas las investigaciones sobre este fenómeno neuronal coinciden en establecer las tres B para definir los tres escenarios en los que es altamente probable que se produzca este efecto: bath, bed y bus (baño, cama y autobús).
El relajante efecto del agua caliente, la situación de vigilia previa al sueño o dejar la mirada perdida en el tráfico a través de la ventanilla de un autobús son tres escenarios en los que es altamente probable que el cerebro entre en ese estado de “desconexión”. Además, son actividades que duran el suficiente tiempo como para que el cerebro pase a un estado de divagación mental lo suficientemente profundo como para que surjan ideas creativas y soluciones a problemas.
Es poco probable que te suceda trabajando. Los lugares de trabajo acostumbran a estar diseñados para favorecer la concentración y permitirte enfocarte en las tareas que debes resolver, no para relajarte y permitir que el cerebro entre en “modo avión”. Son ambientes en los que se tiende a generar estrés y ansiedad laboral, lo cual es diametralmente opuesto al escenario que se necesita para que favorecer el efecto Eureka.
Si has tenido uno de esos días en los que eres incapaz de encontrar solución a un problema que te impide avanzar, intenta relajarte con una buena ducha caliente, una buena sesión de descanso y trata de desconectar. Tal vez ya tengas la solución, pero tu cerebro solo tiene que unir los puntos y… ¡Eureka!
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