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Estamos buscando las "pirámides ocultas" de México. Los rayos cósmicos serán vitales en esta aventura

El pasado en México es una profesión de futuro. Al menos, eso es lo que parece teniendo en cuenta la cantidad de descubrimientos que los arqueólogos están sacando a la luz. El proyecto del Tren Maya no es algo que entusiasme a todos por igual, pero está permitiendo encontrar auténticos tesoros (hasta una pirámide de 25 metros de alto). Otra fuente importante está en Ciudad de México, ya que se han encontrado tanto los canales de Tlatelolco como herramientas utilizadas en rituales.

El último gran proyecto es descubrir si dentro del imponente Castillo de Kukulcán se encuentra la pirámide oculta que albergaría la tumba de Kukulcán-Quetzalcóatl. Y van a emplear la última tecnología para ello.

Rayos cósmicos. Esa es la aventura que han emprendido la Universidad Estatal de Chicago y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). El objetivo es descubrir qué se oculta en el interior de uno de los monumentos más representativos de Chichén Itzá. ¿Por qué? Pues porque saben que ahí hay algo, ya que se descubrió una subestructura en 1931, pero no se ha podido estudiar en profundidad. Hasta ahora.

Para ello, el equipo de la UNAM está construyendo los soportes para un detector que está siendo ensamblado en la Universidad Estatal de Chicago y que empleará muones cósmicos para estudiar la estructura. Los muones on partículas subatómicas con una masa unas 200 veces mayor a la de los electrones. Son muy inestables y se descomponen a los 2,2 microsegundos, pero su masa y carga negativa permiten penetrar en la materia.

Ideal para pirámides. Debido a esa particularidad, los muones se han convertido en unas partículas fundamentales en la física actual y se usan en varios campos, siendo la arqueología uno de ellos. Al ser una manera de penetrar en objetos de forma no invasiva, estos muones se pueden utilizar para estudiar estructuras de grandes objetos. Ian Swainson, físico nuclear del Organismo Internacional de Energía Atómica, afirma que “si bien son totalmente inocuos para los seres humanos, pueden penetrar cientos de metros de roca y ser un medio versátil para entender la composición y dimensión de materiales que, de otra manera, no podríamos percibir”.

La tomografía muónica sería algo así como una radiografía de rayos gamma o rayos X que se utiliza en el cuerpo humano, pero para estructuras. Se utilizaron en las grandes pirámides de Egipto para, mediante detectores externos, conocer la estructura interna de la misma y también se ha empleado en estructuras como la del Vesubio que arrasó Pompeya en el 79 d.C. Ahora

Charnay Chichenitza

Así estaba el castillo cuando se encontró en 1860, por lo que es normal que quede mucho por descubrir tanto en México como en el interior del templo

La tumba de Kukulcán. Esa es la técnica que se va a aplicar al interior del Castillo de Kukulcán. Arturo Alejandro Menchaca Rocha, investigador del Instituto de Física de la UNAM, afirma que “el propósito es sacar una imagen del patrón de densidad interno de la subestructura, similar a una radiografía, ya que los arqueólogos del instituto Nacional de Antropología e Historia (el INAH) piensan que debajo podríamos encontrar una pirámide más pequeña”.

Realmente, no saben qué van a encontrar, pero “cualquiera que sea el resultado, será un hallazgo valioso”, expone el investigador. La esperanza de Menchaca es la de descubrir si la tumba de Kukulcán-Quetzalcóatl está en esa estructura interna, pero no todos están tan convencidos.

Francisco Pérez Ruiz es un arqueólogo que dirige el Programa de Mejoramiento de Zonas Arqueológicas y afirmó que quizá descubran alguna cámara oculta, pero sobre la posibilidad de encontrar la tumba de Kukulcán, no está tan emocionado. En Chichén Itzá quemaban a los personajes de élite y las cenizas se metían en pequeñas figuras de cerámica o incendiarios. “Tenían otra forma de enterrar a los muertos”, comentó.

Hay que esperar. De la manera que sea, nos enteraremos de qué esconde el Castillo de Kukulcán dentro de unos meses y será emocionante ver qué guarda en esa segunda pirámide que, como comentábamos, ya se exploró de forma superficial hace unas décadas. “Tengo la impresión de que el castillo se creó para ceremonias y sacrificios, pero si hay alguien enterrado ahí, lo sabremos el próximo año”, comenta Menchaca.

Por tanto, toca esperar, pero está claro que las distintas zonas arqueológicas de México son una auténtica mina que, estos últimos meses, nos están permitiendo conocer multitud de secretos de las civilizaciones prehispánicas.

Imagen | Raymond Ostertag

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