Mientras España tira 400.000 toneladas de limones, los agricultores han tenido una idea: arrancar miles de árboles
Si las estimaciones que ha dado esta semana COAG son ciertas, están a punto de desecharse 400.000 toneladas de limones en perfecto estado. Hablamos del 27% de la producción prevista. La explicación la daba en El País José Antonio García, director de la Asociación Interprofesional de Limón y Pomelo: “Se nos ha ido la mano con la producción” y ahora no hay forma de venderla.
¿Qué pasa con el limón? Las causas son múltiples (como la entrada de limones de fuera de la Unión), pero hay un dato que explica lo que está pasando: en ocho años, España ha pasado de tener 36.000 hectáreas dedicadas al cultivo del limón a tener 53.000.
“Al final, es un ejercicio de simples matemáticas, si el mercado es capaz de absorber 1,1 millones de toneladas de limones, la producción estimada para esta campaña es de 1.5 millones, ahí están las 400.000 toneladas que se van a quedar en el campo”, contextualizaba García.
¿Cómo hemos podido llegar a esta situación? Porque, durante años, las rentabilidades del limón era altas. No era algo excepcional (ha pasado también con la almendra o el pistacho), pero sí raro. Y, en último término, ha provocado que estos cultivos atraigan un altísimo número de inversiones.
El problema es que los árboles son cultivos a largo plazo y no tener eso en cuenta se puede volver en nuestra contra. Como nos explicaba hace unos años Javier López-Bellido, profesor de la Escuela de Ingenieros Agrónomos de la Universidad de Castilla – La Mancha, “lo que es negocio para todos no es negocio para nadie”. Muchos agricultores se iban a “endeudar hasta las cejas” con la vista puesta en los precios altos y se iban a encontrar con un mercado saturado.
Exactamente eso es lo que está pasando con el limón.
¿Y ahora qué? En el corto plazo, hay poco que hacer. El problema es que como decía Enrique Fuentes en Freshplaza, “los precios están en los límites de la rentabildiad para los agricultores”. Es decir, recoger y comercializar esas toneladas de fruta derrumbaría aún más los precios del limón y llevaría al sector al desastre.
Al no recogerlos, los productores están controlando la oferta con la esperanza de poder obtener un retorno adecuado a la inversión que supone recogerlos. Los costos de producción (que se han encarecido por la sequía de Alicante, donde se produce el 40% del limón español) hay que darlos por perdidos. Lo importante para los agricultores es “sobrevivir a esta campaña”.
Arrancar limoneros. En los últimos días la Asociación Interprofesional de Limón y Pomelo ha ido más allá y ha pedido “un plan de ayudas para arrancar limoneros y equilibrar el mercado”. La saturación del mercado llega, como era de esperar, con numerosos productores sin capacidad de maniobra financiera. El plan de arranque de AILIMPO sería “una solución a corto medio plazo que podría devolver al sector del limón a la senda de la competitividad” y “permitir a los productores poder reinventarse”.
Un gigante perdido en su laberinto. La realidad es que España tiene un dominio enorme sobre los mercados hortofrutícolas de la Unión. El caso del limón no es una excepción: “tres de cada cuatro cítricos consumidos en la Unión Europea son españoles”. Y, sin embargo, el sector va encadenando una crisis tras otra sin que parezca que exista una “luz al final del túnel”.
Porque, en el fondo, cada crisis es un síntoma de un problema mucho mayor: una mala gestión de los recursos hídricos, una infinita sucesión de problemas laborales, un sector con márgenes pequeños y un problema político que impide tomar medias estructurales… la crisis del precio del aceite esconde muchas cosas.
Por eso es uno de los grandes retos del siglo.
Imagen | Abel Pardo López
En Xataka | Nos encaminamos hacia el chocolate más caro de la historia: cómo la crisis del cacao va a disparar su precio