El Museo Nacional de Ciencias Naturales lleva 150 años creyendo que esto era un meteorito. Es algo mucho más interesante
Durante los últimos 150 años, en el corazón del Museo Nacional de Ciencias Naturales se ha escondido una pieza increíble. El llamado “meteorito de Cuba” es una pieza fascinante que fue encontrada en la parte oriental de la isla caribeña a mitad del siglo XIX.
Pesa poco más de un kilo, está compuesta mayoritariamente por hierro y es un fraude.
¿Un fraude? Lo ha descubierto, precisamente, uno de los conservadores del Museo, Aurelio Nieto, y un equipo internacional de investigadores. Como el mismo Nieto explicaba en elDiario.es, desde hace años había notas que indicaban que “parecía un poco sospechoso y que podría ser un resto metálico, pero nadie más se había vuelto a preocupar”.
De hecho, todas las pruebas de las que se tenía constancia indicaban que se trataba de un meteorito. Y, a simple vista, los expertos coincidían que “su apariencia externa es la de un meteorito”. El problema, según parece, es que en estos estos 150 años nadie se había parado a mirarlo con detalle.
Pero empecemos por el principio… ¿Cómo llegó ahí? Nadie lo tiene muy claro. Según los investigadores, la historia es un poco complicada. En 1872, Solano y Eulate escribió una pequeña nota en los Anales de la Sociedad Española
de Historia Natural en la que explicaba que el origen del meteorito era muy anterior a esa fecha y que, por ello, no se sabía mucho sobre él, más allá de que había aparecido en el departamento oriental de la isla de Cuba.
La pieza había sido adquirida en 1871, llevada al MNCN y catalogada con el número 17294. En todos estos años, se ha analizado en varias ocasiones y, de hecho, en 1960 varios técnicos de la NASA se llevaron un fragmento para estudiarlo. Nunca apareció ese informe y, desde entonces, nadie lo ha vuelto a examinar con métodos modernos.
Hasta ahora. Según explicaba Nieto, mientras realizaba algunas pruebas, hizo un “corte con una sierra hidráulica” y “me encontré con la sorpresa de que dentro tenía burbujas”. Es decir, no cuadraba, no podía ser un meteorito. En colaboración con Yasmani Ceballos-Izquierdo, de la Biblioteca Digital Cubana de Geociencias, y Johanset Orihuela, de la Universidad Internacional de Florida, se pusieron manos a la obra.
Los investigadores usaron técnicas de microscopía electrónica y espectroscopia de rayos X para analizar la composición y textura de la roca. Es decir, para descubrir, sin género de dudas, que no es tiene origen extraterrestre.
¿Entonces qué es? Pues posiblemente, algo mucho más interesante. Porque según los autores, se trataría de un resto siderúrgico “elaborado con técnicas de ferrería de una tradición hoy abandonada”. Es decir, perdemos un meteorito, pero ganamos una ventana privilegiada para entender el desarrollo tecnológico de los últimos 200 años.
Imagen | Iturralde-Vinent y Ceballos Izquierdo vía Anales de la Academia de Ciencias de CUba