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Si logras hablar con tu perro, un proyecto tiene un premio muy especial a cambio: 10 millones de dólares

El Dr. John Dolittle es un personaje fantástico, un médico poco convencional ideado hace más de un siglo por el escritor Hugh Lofting para entretener a sus hijos y que destaca por su habilidad para charlar con los animales. En no mucho tiempo esa destreza podría salir del terreno de la ficción literaria para convertirse en una realidad. Aunque la humanidad siempre ha fantaseado con la posibilidad de comunicarse con perros y gatos y ya ha dado algún que otro paso para lograrlo, ese empeño acaba de recibir un espaldarazo: un concurso dispuesto a premiar con hasta 10 millones de dólares a quien haga realidad las fantasías de Lofting.

¿El nombre del premio? Desafío Coller Dolittle, claro.

De la fantasía… a la ciencia. Eso es lo que pretenden la Fundación Jeremy Coller y la Universidad de Tel Aviv con su última propuesta conjunta: el ‘Desafío Coller Dolittle para la comunicación bidireccional entre especies’, un concurso con un nombre que deja poco margen a engaños. Su objetivo es conseguir con ayuda de la ciencia y la inteligencia artificial (IA) generativa algo muy similar a lo que el doctor Dolittle hacía en las páginas de Lofting: comunicarse con animales.

El propósito no es nuevo. De hecho hay investigadores que llevan años estudiando el lenguaje de las ballenas, los elefantes o incluso cuestiones tan asombrosas como las diferentes expresiones faciales de los gatos o si un perro es capaz de distinguir entre dos idiomas. El reto es apasionante y ya ha arrojado sus primeros frutos.

¿Y cómo quiere lograrlo? Incentivando y apoyando a los científicos que se dedican a investigar en ese campo. Y de una forma bastante elocuente, además: con un despliegue considerable de fondos. Los organizadores del ‘Desafío Coller Dolittle’ otorgarán un premio de 10 millones de dólares al equipo que destaque en la carrera para comprender cómo se comunican otros animales y consiga además “descifrar el código de la comunicación bidireccional” entre especies.

Habrá más incentivos. Aunque el premio gordo será esa recompensa de 10 millones, que se plantea a modo de inversión de capital y puede sustituirse por un pago de 500.000 dólares en efectivo, cada año durante un lustro los organizadores concederán premios de 100.000 dólares para animar y respaldar a aquellos investigadores que hayan acreditado los avances más significativos.

Comunicarse sin ser invasivo. Quienes quieran optar al primero de esos cheques de 100.000 dólares podrán presentar sus trabajos hasta el 31 de julio. Eso sí, tendrán que cumplir una serie de requisitos. No sirve cualquier estudio. Lo que buscan los organizadores del desafío Coller-Dollitle es “un enfoque no invasivo” para comunicarse con otras criaturas y “descifrar su comunicación”.

Riguroso, versátil… y sobre todo demostrable. Si en algo insisten los organizadores es en que buscan estudios “rigurosos” y con resultados contrastables que permitan “descifrar, interconectar o imitar la comunicación” de otras especies. Para confirmar su efectividad, han puesto además dos condiciones fundamentales: la comunicación debe demostrarse en diferentes circunstancias, como mientras el animal caza, se aparea o busca comida, y su respuesta tiene que ser “medible”.

Con la vista puesta en la IA. El objetivo es ambicioso, pero la Fundación Jeremy Coller deja entrever con claridad que confía en las posibilidades de la inteligencia artificial (IA), más concretamente en los modelos de lenguaje LLM (Large Language Models). La IA ya nos ha ayudado a comprender mejor cómo se comunican los murciélagos, las ballenas, los perros y gatos o los elefantes. Hace no mucho de hecho una investigación de la Universidad de Colorado sugirió que los elefantes africanos recurren a nombres propios para llamarse entre ellos.

“El comité científico que juzga a los participantes en el premio espera una comunicación con organismos no humanos al estilo del ‘test de Turing’, según el cual el animal se comunica de forma autónoma sin reconocer que se comunica con humanos. La inteligencia artificial podría desempeñar un papel importante en el desarrollo de interfaces para interpretar esa comunicación”, anota la fundación.

Un abanico amplio. “Estamos abiertos a cualquier organismo y cualquiera modalidad, desde la comunicación acústica en ballenas hasta la química en los gusanos”, aclara a The Guardian Yossi Yovel, profesor de la Universidad de Tel Aviv y presidente del premio. Él mismo ha participado en una investigación sobre murciélagos. “En los últimos años, la comprensión de patrones de comunicación de los organismos no humanos por parte de la comunidad científica ha avanzado a pasos agigantados —abunda el experto de Tel Aviv—. Espero que la comunidad científica global acepte el desafío y la oportunidad que ofrece este premio”.

Jeremy Coller, presidente de la fundación, va más allá y deja entrever la gran esperanza que tiene depositada en la IA para facilitar la comunicación: “Igual que la Piedra Rosetta desveló los secretos de los jeroglíficos, estoy convencido de que el poder de la IA puede ayudarnos a desentrañar la conversación entre especies”.

Imágenes | Xan Griffin (Unsplash) y Charlie Green (Unsplash)

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