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Una discusión, una fortuna vendiendo tractores y un golpe de Estado en Bolivia: la otra cara de la historia de Lamborghini

El coche va muy bien. El problema es que solo eres capaz de conducir tractores y no el Ferrari

Cuenta la leyenda que Lamborghini nació de una discusión entre Enzo Ferrari y Ferrucio Lamborghini. Una historia de la que se ha dicho de todo y que, con el paso del tiempo, no sabemos si es o no es realmente cierta. Pero como explica Raymond Blancafort en La Vanguardia, la verosimilitud de la misma es casi lo de menor.

Según se dice, Ferrucio era un cliente de la casa Ferrari. Pero con el paso del tiempo, su descontento fue creciendo con la marca y, concretamente, con su Ferrari 250 GT. Un coche que conducía a diario y que podía ejemplificar otra de esas frases que se le atribuyen a Enzo Ferrari: “no vendo coches, vendo motores. El coche lo regalo, el motor tiene que ir montado en algún sitio”.

El Ferrari de Ferrucio montaba un fantástico V12 que disparaba al deportivo hasta los 252 km/h de velocidad punta. Una cifra estratosférica para un coche que empezó a venderse en 1957.

Pero como decíamos, Ferrucio no estaba contento con lo que le exigía su Ferrari. Molesto por el mantenimiento constante que le requería el coche, un día espetó al mandamás de la firma italiana: “¡Gasto una fortuna en un coche hecho con mis piezas!”. A lo que Enzo Ferrari respondió con la frase que abre este artículo.

Y sí, Ferrucio Lamborghini construía sus propios tractores y, de hecho, parece que fue la gota que colmó el vaso. Descubriendo que el embrague de su Ferrari utilizaba la misma tecnología que él montaba en sus tractores, no dudó en hacerle llegar su descontento a Enzo Ferrari.

De aquella discusión parece que nacieron los superdeportivos de Ferrucio Lamborghini. En 1963 fundó Automobili Ferruccio Lamborghini y aprovechó para arrebatar a la Scuderia algunos de sus ingenieros más afamados, como Giotto Bizarrini, GianPaolo Dallara, Paolo Stanzani y Franco Scaglione.

En 1964 ya había puesto en la calle el Lamborghini 350 GT, un coche que también montaba un enorme V12 y del que se fabricaron solo 120 unidades. La marca no tardaría en despegar y hacerse hueco como una de las firmas italianas de superdeportivos más exclusivas del mercado.

Un pasado que continúa presente

Cuando Enzo Ferrari despachó a Ferrucio Lamborghini con aire de superioridad era porque su cliente se había ganado una posición de privilegio vendiendo tractores.

Nacido en el 28 de abril de 1916, Ferrucio Lamborghini pasó su infancia entre motores y vehículos de todo tipo. Cuentan en Motor1.com que su padre le inculcó la pasión por el motor y que ya de niño arreglaba algunos de los vehículos agrícolas que presentaban problemas.

Aunque aprendió el oficio de herrero, el capo de Lamborghini ejerció como vendedor en una tienda y no sería hasta la llegada del fascismo italiano cuando abrió un taller de motocicletas. Esto motivó que, cuando fue llamado a filas en 1939, su papel en la Segunda Guerra Mundial quedara relegado a la retaguardia, arreglando los vehículos que se averiaban en el ejército italiano que en ese momento avanzaba por Grecia.

Su trabajo le valió para ganarse la confianza de los alemanes que en 1943 dejaron en sus manos el mantenimiento de los vehículos de representación del Reich. A su vuelta a Italia en 1946, empieza a contemplar la producción de tractores como un buen negocio, ante un país que se estaba recuperando y cuya agricultura había que mecanizar.

El primer paso fue abrir un taller de reparación de tractores, junto a otros tres mecánicos. Para sacar adelante el negocio, el cuarteto utiliza material de vehículos militares utilizados durante la guerra. Todos los componentes son reutilizados para la industria local, siendo gestionados por ARAR, una agencia gubernamental que trataba de repartir éstos entre los diferentes talleres que daban servicio en Italia.

El buen hacer de Ferrucio Lamborghini como mecánico le hizo ganarse la confianza del ejército alemán, quien le encomendó mantener los vehículos de representación del III Reich

Poco después, en 1948, Lamborghini fundaba su propia compañía: Lamborghini Tractors. Para diferenciarse de la competencia, su empresa puso en el mercado el Carioca, un motor que utilizaba un vaporizador que se aplicaba al motor y que permitía hacerlo funcionar con gasolina y un aceite más barato. La innovación hizo que la empresa despegara.

El despegue fue inmediato. En un solo año pasaron de producir 50 tractores a 250 unidades y Ferrucio Lamborghini tuvo que llegar a un acuerdo con Morris para que le hicieran llegar motores de gasolina y poder crear una cadena de montaje a la que se iban sumando mecánicos.

En la década de 1950, las ventas fueron creciendo exponencialmente. El lanzamiento de nuevos tractores de Lamborghini se sucedió a un ritmo vertiginoso. Terminado el acuerdo con Morris, se equiparon motores diésel de MWM-Benz, y en 1960 ya trabajan en la empresa 400 personas.

Y, al mismo tiempo, Ferrucio Lamborghini también se hizo un nombre en el mercado de las calderas domésticas, un aparato que también comenzó a vender con gran éxito. Sí, es posible tener una caldera en casa con el famoso toro del emblema del fabricante de superdeportivos y, de hecho, se han ido especializando también en placas solares.

Los años 60 también fueron exitosos para Ferrucio Lamborghini y su marca de tractores hasta el punto de ganar fama mundial y hacerse un nombre en Sudamérica. Desde allí llegó, sin embargo, la orden de compra que pondría punto y final a la compañía tal y como se la conocía hasta entonces.

Dada su fama, el Gobierno de Bolivia encargó 5.000 tractores que nunca llegaron a ser enviados. En 1971, Hugo Banzer se hizo con el poder mediante un golpe de Estado y se mantuvo como dictador hasta 1978. Con el pedido ya fabricado, y a punto de ser enviado desde Italia, fue cancelado, lo que metió a Lamborghini Tractors en una crisis económica de la que nunca pudo salir.

La solución fue vender la compañía a SAME (Società Accomandita Motori Endotermici) quien ha mantenido el nombre comercial de la compañía y sigue produciendo tractores con el toro como emblema en el frontal. Sin embargo, la mano de Ferrucio Lamborghini se desligó por completo de sus tractores en aquel momento.

Por eso, efectivamente, en 2024 todavía puedes comprar un tractor de Lamborghini pero verás salir uno por las puertas de Sant’Agata Bolognese.

Foto | Jianxiang Wu

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