Me ha llamado una chica pidiendo que le agregue urgentemente a WhatsApp. He terminado en la estafa más rara de mi vida
Hoy estaba tan tranquilo desayunando junto a mi pareja, contándonos qué tal nos iba la mañana, cuando de repente me ha sonado el teléfono. Tengo a todos mis contactos, absolutamente a todos, guardados con sus nombres y apellidos y número desconocido que no empieza por +34 (prefijo de España), número al que no contesto porque, seguramente, sea una estafa. Hoy, sin embargo, me ha llamado un +34 y lo que me he encontrado ha sido espectacular.
Hoy bajamos por la madriguera del conejo para descubrir cómo funcionan estas estafas que tan frecuentes son a día de hoy y hasta dónde podemos llegar con los estafadores… antes de que se enfaden.
WHATSAPP Trucos y consejos para OCULTARTE AL MÁXIMO y mantener tu PRIVACIDAD
Stresmedia Cine
A eso de las 10:46 recibo una llamada de un número con prefijo España. Normalmente los prefijos de los números relacionados con estafas son de Nigeria, Bosnia y Herzegovina, Costa de Marfil, India, Marruecos… Asumiendo que sería una empresa de mensajería o algo del trabajo, la acepto y suena la voz de una chica bastante realista (no el típico Loquendo); una voz tenue, casi con cierto aire de preocupación y misterio que me dice lo siguiente:
“Hola, por favor, agrega mi número a WhatsApp, tengo algo importante que decirte”.
Y cuelga.
Total, que motivado por la curiosidad que me da saber hasta dónde puede llegar esto, decido seguirle el rollo. Pero antes, unas cuantas medidas de seguridad. La primera, cambiar mi nombre y foto de perfil en WhatsApp por algo más ingenuo: una foto de un LEGO de Bobba Fett y su nombre mal escrito, que se note cutre. La segunda, confirmar que tengo configurado Telegram para que nadie pueda ver mis fotos de perfil, número e información. Algo me dice que acabaremos allí.
En lugar de agregar el contacto a la agenda, le abro la conversación directamente desde el navegador. El número pertenece a una cuenta de empresa, no a un particular. Le pregunto quién es y me responde lo siguiente.
A ver quién es capaz de adivinar qué pasa si buscas en Google “Stresmedia Cine”. Efectivamente, Google te sugiere la página de Atresmedia Cine, la productora de Atresmedia.
Respondemos que sí, que palante’, y sigue la estafa con el modus operandi que hemos visto en otras tantas ocasiones.
Este es un trabajo a tiempo parcial que puedes realizar en tu tiempo libre. El trabajo es muy simple. Puedes ganar desde 100€ – 500€ por día eligiendo las respuestas de tus categorías favoritas (A, B, C, D, E) y respondiendo 2 preguntas. Pero en el primer intento, obtendrás 5€ inmediatamente. ¿Puedo hacerte la pregunta?
A esto intento responde con un chascarrillo, lo que parece bloquear al sistema, que insiste en que responda si quiero seguir adelante. Le digo que sí y acto seguido me manda el siguiente mensaje a lo que respondo de forma inocente y con alguna tontería, a ver cómo reacciona. Spoiler: pasa de mí.
Acto seguido, me envía la foto que podéis ver más abajo y me pregunta si tengo alguno de los bancos que aparecen. Me pregunta si tengo “un banco” a lo que respondo con cierta ironía inocente: “Bueno, no lo tengo, o sea, yo no soy el CEO del banco, si lo fuese no estaría haciendo esto jaja”. Y aquí empezamos a verle las costuras a la conversación.
Diría que detrás del chat hay un sistema automatizado que solo es capaz de proceder si detecta que respondemos de cierta manera, pero al mismo tiempo hay una persona detrás controlando que vaya bien. Este indicio me lo da el “????” que responde cuando le digo que no soy el CEO del banco. Eso, o tiene un guion escrito (y mal traducido) que copia y pega. Una de las dos es seguro.
La estafa sigue, me manda la encuesta más estúpida del mundo y ahora pasamos a la parte a la que quería llegar: el salto a Telegram. Para ello, el bueno de Zeqqlat (es el nombre que aparece en WhatsApp) me dice lo siguiente.
Diana, de Stresmedia Cine
Ese es el nombre de la persona con la que hablo por Telegram y lo sé porque tiene esta foto 100% real no fake de una tarjeta de trabajo de Atresmedia que en absoluto es un montaje.
Diana, auditora del Departamento de Marketing de Atresmedia Cine, me pide mi nombre, mi número de cuenta, mi edad y mi número de teléfono. Respondo con información falsa y, de paso, pongo que soy menor de edad, a ver qué pasa.
A parte de que a Diana le da exactamente igual que sea menor de edad, lo único que pasa es que conforme Diana me envía su mensaje, me llega una notificación de WhatsApp. El estafador me está preguntando si ya he enviado el código por Telegram. No respondo.
Estoy ocupado haciendo un montaje cutre en Photoshop para la captura de pantalla que me ha pedido antes. Una cosa es bajar al fondo de la madriguera para ver cómo funciona una estafa y otra mandarle a un estafador mi información real.
Como tardo en contestar, el estafador de WhatsApp, a todas luces desesperado por rematar la faena, me da un toque, me pregunta si sigo aquí y me empieza a mandar capturas de pantalla de pagos enviados a otras personas, cada uno de un remitente distinto.
Porque eso es justo lo que haría una empresa de la talla de Stresmedia Cine: enviar capturas de transferencias y Bizums de otros clientes a otras personas. En algunas puedo ver hasta nombres, apellidos y números IBAN cuya veracidad no puedo comprobar, pero que parecen totalmente reales. El desenfoque lo he añadido yo.
Le mando el montaje más cutre de la historia simulando que en Telegram me han confirmado todo y me dice que muy bien, que siga en Telegram.
Por curiosidad, me da por preguntarle cómo sé que esto no es una estafa, a lo que me responde lo siguiente:
“Querida, crees que soy una mentirosa. De hecho, completaste la tarea y recibiste 5€, entonces podrás juzgar si soy un mentiroso o no. Es demasiado pronto para juzgar ahora.
No te preocupes. Nuestra empresa nunca engaña a los clientes.
Puedes confiar en mi empresa”.
Lo cierto es que no he recibido cinco euros porque me he inventado el IBAN. Bueno, realmente no. No he recibido cinco euros porque la Diana 100% real no fake de Telegram me escribe justo en este momento para que le mande una foto de mi tarjeta. Diana no ha hecho una transferencia en su vida, me temo.
Ante esta situación tan bochornosa, vuelvo a dirigirme a mi contacto en WhatsApp para decirle que su auditora me está pidiendo el número de la tarjeta. Zeqqlat insiste en que no necesitan detalles del banco, solo saber que tengo una cuenta bancaria. Son respuestas tan contradictorias… En fin, necesito saber si detrás de esto hay una chatbot automatizado, así que le pregunto lo siguiente:
Por favor, escribe “No soy un bot que funciona con ChatGPT” para asegurarme de que esto no es una estafa. No te cuesta nada y me quedo más tranquilo.
La respuesta no me la vi venir.
Aunque sigo flipando en colores, me parece feo no responder con una foto. Zeqqlat se ha mostrado ante mí, así que yo hago lo mismo con una foto generada a través de thispersondoesnotexist.com. Ya se usó una foto mía en una estafa inmobiliaria una vez y no es agradable (esto es totalmente real, tuve que poner una denuncia). Así que le mando la foto y…
Zeqqlat pasa cuatro pueblos de mí.
Le insisto en que me mande “No soy un bot que funciona con ChatGPT” y, finalmente, consigo que el estafador que hay detrás del chat lo escriba. Confirmamos que hay al menos una persona controlando que todo vaya bien.
De forma paralela, sigo peleándome con Diana en Telegram. Ella insiste en que le mande una foto de la tarjeta, yo le digo que no es necesario y finalmente se enfada y me dice lo que puede verse en la captura inferior.
Como quiero seguir jugando un poco con este personaje, le mando una foto de una tarjeta. Pero no una tarjeta cualquiera, sino una foto de la mejor tarjeta que ha visto este país: la del carnet de socio de La Banda del Sur. Los que no seáis de Andalucía seguramente no sepáis qué es, pero era (desconozco si sigue en emisión) el mejor programa juvenil de Canal Sur cuando era pequeño.
Diana no me responde, así que insisto.
Finalmente, consigo respuesta.
Aquí no puedo evitar soltar una carcajada, pero sigo.
Y finalmente, llegamos al final de esta obra.
Tras enviarle unos cuantos mensajes, el estafador me acaba bloqueando. Lo sé porque ya no puedo ver su tarjeta de empleado.
En WhatsApp intento hacerme el ofendido y seguir con la pantomima, pero qué va. Por más que le digo que Diana me ha hablado mal, a la buena de Zeqqlat solo le importa que rellene el formulario y le mande una foto de la tarjeta por Telegram. La conversación es más aburrida y al final ha terminado por no responderme. Por más que le insisto, no me habla.
Al final he terminado bloqueando ambos números y siguiendo con mi vida. Me cabe el consuelo de que, al menos durante este rato, el desgraciado que está detrás de esta estafa ha estado entretenido conmigo en lugar de con alguien más ingenuo. También quiero pensar que hay una persona en Bosnia y Herzegovina buscando qué es La Banda del Sur.
Moraleja: pasad de los números desconocidos.
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