La multitarea es nefasta para la productividad. Esta estrategia psicológica puede ayudarte a limitar sus consecuencias negativas
“Empiezas a leer este artículo, pero entra una notificación de Instagram y le echas un vistazo. Ah, mira quién le ha dado a me gusta a la foto. Vuelves a Xataka, avanzas un par de párrafos y un sonido en la tele llama tu atención: ¡qué anuncio más malo! Esto… Ah sí, el artículo. Un párrafo más, pero entra alguien en la habitación y…” Desde hace años sabemos que la multitarea mata la productividad, pero lamentablemente no podemos dejar de hacerla.
Ese enorme problema llamado multitarea. En los últimos años la investigación no ha dejado de confirmarlo: cuando no es la Universidad de Standford señalando que la multitarea puede afectar a nuestra capacidad cognitiva y generarnos fallos de memoria es la Universidad de Sussex relacionándola con todo tipo de problemas emocionales como la depresión, la ansiedad y el estrés.
En una revisión sistemática de 2008, la investigadora de la Penn State Cora M. Dzubak llegó a la conclusión de que sólo el trabajo cognitivo extra que produce cambiar de una tarea a otra hace que se desperdicie hasta el 40% del tiempo productivo. “Buena parte del tiempo se emplea en desactivar la tarea anterior e iniciar los procesos mentales que requiere la nueva”, explicaba Dzubak.
La silenciosa voz interior. Curiosamente, esto está muy relacionado con lo que se conoce como la “voz” o “monólogo” interior. Históricamente, el monólogo interior se ha considerado un rasgo humano universal, pero en los últimos años hemos descubierto que en torno al 10% de la humanidad no tiene ese tipo de conversación interna relativamente constante dentro de la cabeza.
Investigando sobre el tema, unos investigadores de la Universidad de Colorado en Boulder descubrió que el “monólogo interior” tenía un papel importante en el cambio de tarea hasta el punto que, si lo suprimían con diferentes técnicas experimentales, los costos de cambiar de tarea crecían de forma muy sustancial.
Una herramienta en potencia. Lo que descubrieron Emerson y Miyake fue que la voz interior funcionaba como un “dispositivo interno de autoinstrucciones” que permitía recuperar y activas las representaciones cognitivas de distintas tareas. La siguiente pregunta es si podemos entrenar ese dispositivo para ser más productivos, mejorar en ciertas áreas o, sencillamente, tener una vida más llena de sentido.
Ethan Kross, profesor de psicología de la Universidad de Michigan, estaba convencido de que sí. “La voz interior es una herramienta multiuso, como una navaja suiza de la vida”, explicaba a la CNN hace un par de años. “El problema es que no viene con manual de usuario”.
¿Se puede entrenar nuestra voz interior? Para Kross, el monólogo interior, como la mayor parte de cosas en psicología, tiene una base genética y una relacional. Es decir, hay diferencias sustanciales entre cada uno de nosotros. Tantas que, como decíamos, hay personas que carecen por completo de voz interior.
No obstante, hay estrategias para “programar” ese “dispositivo interno” para mejorar nuestra relación con él. Tres, de hecho, son las más estudiadas por los expertos que estudian esto. Melinda Fouts, por ejemplo, es una psicoterapeuta de Colorado que ha estudiado esto en el ámbito profesional.
Fouts aconseja empezar por cambiar la relación con nosotros mismos. Lo que ocurre es que inevitablemente, como nos ha enseñado la psicología conductual, eso pasa también por cambiar nuestro entorno.
¿Cómo hacerlo? Aunque a veces tenemos la sensación de que nuestro pensamiento guía nuestras conductas y emociones, lo cierto es que la relación entre esos tres elementos es mucho más compleja. A menudo, el cerebro funciona como una caja de resonancia de lo que hay fuera: una que distorsiona, modifica, demora o ignora los distintos estímulos que hay a su alrededor.
Por ello, según Ibáñez Tarín y Manzanera Escarti, quizás un elemento central es lo que se conoce como “entrenamiento por auto-instrucciones”. Es decir, ensayar la conversación que tenemos con nosotros mismos en los momentos de estrés que nos empujan a la multitarea. Puede parecer trivial, incluso naif: pero la evidencia nos dice que el entrenamiento en imaginación es muy efectivo, también en los ámbitos profesionales.
Imagen | Jonas Leupe
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