La minería china ya mira al Himalaya. El motivo es muy sencillo: un enorme depósito de tierras raras
La “fiebre del oro” del siglo XXI tiene del afán explorador de aquella otra fiebre minera desatada en California a mediados del XIX, pero poco de oro. Su foco se centra en otra clase de materiales, cruciales para el sector tecnológico: las tierras raras, un grupo de elementos químicos de enorme valor industrial y en cuya cadena de explotación y distribución China ha ganado un peso aplastante. En Pekín no quieren perder esa posición hegemónica y por eso han dirigido su vista a los valiosos recursos mineros del Himalaya.
A eso… y al potencial de la inteligencia artificial.
El tesoro oculto en el Himalaya. O bajo el Himalaya, mejor. La noticia la filtraba el año pasado South China Morning Post (SCMP): geólogos chinos ya han localizado una amplia reserva potencial de minerales de tierras raras en la cadena montañosa que separa las llanuras del subcontinente indio de la meseta tibetana. Hace unos diez años los científicos chinos identificaron tierras raras y litio en algunas muestras de rocas tomadas en el Tíbet. Aquel hallazgo, accidental, les ofreció una primera pista.
Ahora creen que la reserva minera de Himalaya podría ser equiparable o mayor que la registrada en algunos de los grandes depósitos explotados por China, lo que le permitiría reforzar su peso en el sector.
Pero… ¿Qué oculta realmente? En 2017 la revista Science China Earth Science publicó un estudio que nos ofrecía algunas pistas sobre la riqueza minera del Himalaya. Los científicos señalaban ya por entonces la existencia de dos franjas de más de mil kilómetros con un interesante potencial. “Se observó mineralización de metales raros tanto en el cinturón del Tethyan como en el del Alto Himalaya”, recogían: “Nuestro estudio preliminar sobre la región muestra un gran potencial adicional para la mineralización de metales raros en lo que puede convertirse en el cinturón metalogénico económicamente más importante del país”.
Un premio no exento de retos. Los recursos mineros que oculta el Himalaya quizás resulten prometedores, pero desde luego no son fáciles de localizar. SCMP precisa que su cinturón se extiende a lo largo de más de mil kilómetros, una vasta franja de terreno situada en una región remota. Semejantes características hacen que localizar con precisión dónde se ubican los depósitos de minerales raros resulte todo un desafío. Uno que podría exigir años o décadas de trabajo.
Desafíos técnicos… y geopolíticos. El desafío no está solo en lo remoto que pueda resultar el Himalaya. Su ubicación supone un problema de orden geopolítico. China mantiene una larga disputa territorial con India en la frontera sur del Tíbet. Ya en 2019, el Institut für seltene erden und metalle AG, organismo con sede en Suiza, alertaba de que la minería china en la cadena montañosa podría tensionar las ya de por sí tirantes relaciones diplomáticas entre Pekín y Nueva Delhi.
Por entonces China había iniciado operaciones mineras a gran escala en su lado de la frontera del Himalaya tras localizar una amplia reserva de oro, plata y otros minerales valiosos.
Más allá de la minería. “Aunque la minería se ha practicado en la cadena montañosa más alta del mundo durante miles de años, el desafío del acceso a terrenos remotos y la preocupación ambiental hasta ahora ha limitado el alcance de las actividades. La escala sin precedentes de las nuevas minas se debe a años de inversión sustancial por parte del Gobierno en carreteras y otras infraestructuras en la región”, reflexionaba el organismo suizo, con sede en Lucerna.
Sus técnicos dejaban botando varias ideas interesantes: que la mayoría de minerales valiosos, entre los que citaban las tierras raras, se localizaban en el condado de Lhunze, “un importante centro militar en China”; y que las minas podrían formar parte de un plan de Pekín para reforzarse en el sur del Tíbet.
IA, aliada de la minería. Con semejante telón de fondo, el tempo es un valor crucial. Lo reconocen los propios geólogos del gobierno chino: cuanto antes pueda identificar una nación los depósitos mineros, de mayor “ventaja estratégica” gozará luego. Y es ahí donde la IA juega un papel crucial. Los investigadores chinos llevan ya años trabajando con apoyo del Gobierno en una herramienta capaz de sacar partido a los datos recopilados por los satélites y otros medios con el propósito precisamente de ubicar depósitos de tierras raras en la meseta tibetana.
Muy precisa. Su IA está tan depurada que los científicos del Laboratorio Estatal Clave de Procesos Geológicos y Recursos, de la Universidad de Geociencias de China en Wuhan, calculan que ha alcanzado una precisión del 96%. No es mal balance si se tiene en cuenta que cuando se entrenó, con datos limitados, ofrecía una tasa de precisión del 60%. Su foco se centra en la búsqueda de una forma única de granito que puede contener recursos como niobio y tantalio o litio. SCMP precisa sin embargo que la herramienta aún debe pulirse para su puesta en marcha.
Objetivo: mantener la hegemonía. El peso de China en la producción y distribución de tierras raras es incuestionable. En 2022 East Asia Forum calculaba que, gracias a su inversión en la cadena de suministro y esfuerzos, el país se había hecho con entre el 50 y 60% de la participación en el mercado minero y un rotundo 90% del procesamiento intermedio. El gigante asiático dispone de importantes bases de producción en Mongolia Interior y sus provincias del sur.
Una lucha contra todos. SCMP desliza sin embargo que su posición dominante se ha reducido a lo largo de las décadas: de disponer de alrededor del 43% de las reservas mundiales en los 80 y 90 habría pasado a una participación inferior al 37% en 2021, según los datos que maneja el diario hongkonés. Mientras, Occidente se ha lanzado a la búsqueda de unos recursos que se han revelado fundamentales para la tecnología emergente o procesos tan cruciales como la transición verde.
En la búsqueda de recursos han participado Turquía, Japón, Europa o EEUU, donde hay empresas que también han recurrido a la IA con el mismo propósito que China: minar el “nuevo oro”.
Imagen | Rohit Tandon
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*Una versión anterior de este artículo se publicó en julio de 2023