Japón vivió en la extrema locura en los años 80. Por eso idearon el "Fórmula 1 de calle" que nunca pisó la calle
La segunda mitad de los años 80 fueron buenos tiempos para Japón. Al menos en la superficie porque como toda burbuja económica, las consecuencias de terminaron por arrollar a buena parte de la sociedad ya entrados los años 90.
El país asiático vivió un enorme crecimiento en aquellos años. Las inversiones en el país se dispararon y sus productos se vendían como pan caliente fuera de sus fronteras. Como explican en El Blog Salmón, el auge económico convirtió a Tokio en la primera bolsa del mundo y coló a Osaka como la cuarta, relegando a una quinta posición a la bolsa londinense.
De la mano de esta burbuja crecieron las ventas de vehículos deportivos. Coches verdaderamente rápidos que no tardaron en sucederse unos a otros y que se posicionaban en el mercado con alternativas a todo tipo de bolsillos. Desde los más baratos a auténticos superdeportivos, los fabricantes japoneses pusieron en el mercado coches para todo aquel que quisiera gastar el dinero que estaban acumulando.
Son los años de los Nissan Silvia y Skyline GT-R, los Toyota Supra, los Mazda RX-7 y otras bombas como los Honda NSX o los Mitsubishi Lancer EVO, entre muchos otros.
Pero como toda buena burbuja, también explotó. Y por delante se llevó coches maravillosos, como el Toyota MR-2 o el genial Autozam AZ-1 de Mazda.
Y eso mismo le pasó al Dome Jiotto Caspita.
¡Caspita! Un genial superdeportivo apareció
Sí, no nos podíamos resistir a esta terrible broma.
Como decíamos, el final de los años 80 fueron de locura en Japón. Y si todo joven quería un deportivo, no podían ser menos los jefazos y altos directivos de unas compañías cuyo valor se había disparado. Igual que el Autozam AZ-1 quería conquistar a un público con menos dinero, como buen kei car, el Dome Jiotto Caspita buscó su público entre los más ricos.
El nombre de Dome hace referencia a la empresa que desarrolló el proyecto. Dome ha sido una compañía que ha crecido en el mercado de la competición y ha triunfado como preparador japonés de deportivos para hacerlos competir en diversas categorías.
Sin embargo, sus éxitos en competición no pudieron ser replicados en la calle… aunque tampoco se los puede considerar de fracasos.
Como cuentan en Motor.es, el Dome Jiotto Caspita no es el primer superdeportivo que la compañía había ideado. Ya en los años 70 había presentado el Dome Zero, un superdeportivo con forma de cuña que nunca llegó a producción pero que, curiosamente, impulsó con fuerza a la compañía.
Aunque nunca consiguieron poner en la calle el coche, el éxito del prototipo fue abrumador y consiguieron sacar tanto dinero en derechos de imagen (especialmente para la fabricación de juguetes) que la marca pudo mejorar su financiación y seguir creciendo.
Con los éxitos llamando a la puerta y un público ansioso por llevarse un buen superdeportivo al garaje, Dome volvió a intentar la aventura de comercializar su propio coche.
Así, en el Salón de Tokio de 1989 presentarían el Dome Jiotto Caspita, un espectacular superdeportivo que rápidamente atrajo todas las miradas por su figura, propia de un prototipo para competir como Fórmula C. Y es que eso es lo que precisamente se quería conseguir: un coche homologado para circular por la calle que pudiera ser transformado para competir con los mínimos costes posibles.
Vista esa silueta, el coche no tardó en recibir el sobrenombre de “Fórmula 1 para la calle”. El problema, como ya imaginas, es que nunca vio la calle. Era un superdeportivo preparado para rendir al máximo y que recibía algunos elementos técnicos directamente heredados de la Fórmula 1.
Por ejemplo, contaba con suspensión activa con control electrónico y su alerón trasero, que formaba parte de la propia carrocería, era retractable. Buscando la máxima ligereza, el chasis era de aluminio y fibra de carbono, lo que le permitía sumar en la báscula apenas 1.100 kg.
Una cifra que brillaba todavía más por montar un motor V12 3.5 que entregaba 450 CV, lo que le permitía cubrir el 0 a 100 en 4,7 segundos. El propulsor era obra de la asociación entre Subaru y Motor Moderni, quienes ya contaban con un motor bóxer de 12 cilindros en la Fórmula 1 y con quienes dieron sustento al modesto equipo italiano Coloni, que sí fracasaron estrepitosamente en esta categoría.
El proyecto llamó la atención y sobre la mesa se puso la posibilidad de fabricar una tirada muy limitada de apenas 30 unidades. Pero el desastre del equipo Coloni sacó a Subaru de su breve incursión en la Fórmula 1 y provocó que el coche nunca viera la luz.
Unos años más tarde, Dome volvió a intentarlo. En aquella ocasión optó por motorizar su coche con un motor Judd GV V10 que también venía heredado de la Fórmula 1 y que elevó la potencia hasta los 585 caballos. Con algo más de peso (1.240 kg) pero todavía liviano, el prototipo nipón presumía de poder alcanzar los 320 km/h de velocidad punta y acelerar de 0 a 100 km/h en apenas 3,2 segundos, detallan en Diariomotor.
Pero si en la primera ocasión se cruzó un fracaso en la Fórmula 1, en la segunda intentona se cruzó la crisis nipona de los años 90. Explotada la burbuja, los potenciales clientes se esfumaron y el proyecto dejó de ser económicamente viable, por lo que fue cancelado.
Imagenes | Toyotacoronaexsaloon