La Albufera de Valencia ha empezado a llenarse de cocodrilos hinchables. La culpa es de los flamencos
La albufera de Valencia es un espacio de una riquísima biodiversidad, con diferentes ecosistemas, una exuberante explosión de flora y cientos de especies de aves, peces, pequeños mamíferos, anfibios… Lo que ya resulta más difícil encontrar en el humedal son caimanes. Al menos hasta ahora. Desde hace unos días quienes se pasean por los campos de arroz de l´Albufera se topan con cocodrilos, enormes, brillantes, estáticos, de ojos saltones y afilados dientes. Eso sí, no son ejemplares normales. No vienen de ninguna zona pantanosa de América, el Nilo o cualquier otra de sus hábitats naturales, sino de un bazar donde los venden por 15 euros.
No, no es un error, ni una broma pesada para asustar a los paseantes o turistas que visitan la zona. Más bien es el último (y desesperado) intento de los agricultores de la región para proteger sus plantaciones de arroz del acoso de los flamencos.
¿Cocodrilos en la Albufera de Valencia? Suena extraño, pero sí. De la noticia se han hecho eco medios locales, como el diario Levante o TeleValencia, además de varios particulares que han dejado constancia en redes de su asombro: desde hace un tiempo en l´Albufera pueden verse ejemplares de cocodrilos descansando bajo el sol, aunque unos muy especiales: hinchables, con asas y cuerda, fabricados con plástico y que pueden comprarse en la mayoría de bazares por 10 o 15 euros.
Flotan en el humedal, bien amarrados a postes con cordeles. Y los medios locales apuntan que pueden encontrarse entre cuatro y seis repartidos por los arrozales.
¿Y quién los puso ahí? Podría parecer una broma, un intento descarado de asustar a paseantes y turistas; pero los cocodrilos hinchables de la Albufera son de todo menos una bufonada. Los han puesto los agricultores. Y aunque su propósito es efectivamente amedrentar, no los han instalado pensando en los visitantes, sino en las aves que estropean sus cultivos. Más concretamente en los flamencos que suelen acarrearles graves dolores de cabeza… y sobre todo les afectan al bolsillo.
Lo que buscan con los caimanes es alejarlos de sus cosechas y evitar pérdidas cuantiosas como las sufridas otras temporadas. Dicho de otro modo, más que cocodrilos lo que han instalado son peculiares espantapájaros flotantes.
Pero… ¿Resultan efectivos? Los caimanes hinchables son un intento a la desesperada por blindar sus arrozales. Que resulten más o menos efectivos es algo que todavía está por comprobar. La Cadena COPE explica que el año pasado ya se instalaron dos muñecos de plástico a modo de prueba y que, aparentemente, las zonas en las que estaban sufrieron menos pérdidas causadas por los flamencos.
Para salir de dudas y saber si los buenos resultados se repetirán habrá que esperar a que lleguen las bandadas de aves, que en diciembre dejaron imágenes fascinantes en el parque valenciano, con casi 30.000 ejemplares anidados en el humedal.
¿En qué se basan? “No sabemos si fue casualidad o si la presencia de estos ‘cocodrilos’ fue realmente efectiva”, reconoce a Levante Fernando Durán, de la organización Unió Llauradora. A la espera de que el método pueda demostrar de nuevo su eficacia (o no), Durán apunta que la estrategia de los cocodrilos se basa en el sentido común y lo que sabemos sobre las aves. “Los expertos aseguran que los flamencos y otras especies tienen miedo de los cocodrilos. Por eso los productores han comprado estos hinchables que emulan un caimán”.
¿Tan necesarios son? No es la primera vez que el sector reconoce mirar con preocupación a las aves de la Albufera, especialmente a los flamencos. En 2021 la Asociación Valenciana de Agricultores (Ava-Asaja) ya advertía de un aumento de la especie en l´Albufera, lo que para el colectivo se traducía en pérdidas económicas.
“Tengo parcelas con daños desde el 30% hasta incluso toda la producción de arroz perdida a causa de estos animales y me he cansado de replantar porque sé que van a volver”, admitía a Levante el delegado de la asociación, José Felip. El foco no se centraba solo en los flamencos; se abría a otras especies, como los patos.
¿Qué impacto tienen? Ava-Asaja apuntaba que las pérdidas provocadas por las aves y demás fauna en los cultivos de arroz habían alcanzado los 400.000 euros las campañas anteriores. En diciembre el colectivo incidía en sus temores, y advertía ante la llegada de miles de flamencos rosas: “Estamos asustados. Si no se toman medidas antes de la próxima campaña, nos van a ocasionar un daño terrible”.
“Pisotean los campos recién sembrados con tal virulencia que los agricultores no solo pierden las plantas, sino que, en muchos casos, no resiembran porque no vale la pena”, subraya el colectivo, que ya ha planteado incluso a las autoridades que la población de flamencos se reduzca hasta dejarla en “niveles razonables”. La treta de los caimanes hinchables llega en un “momento crítico” para los cultivos, poco después de la siembra y cuando empieza a ser visible para los pájaros.
Imagen | Wikipedia (Foto.jandro)