España tiene un problema para implementar masivamente la jornada de 37,5 horas y ese problema es el turismo
Uno de los objetivos del Gobierno en la presente legislatura es poner en marcha la reducción de la jornada laboral de las 40 horas semanales a las 37,5 horas para 2025, siendo 2024 un año de transición con 38,5 horas semanales. Todo ello, sin reducción salarial para los empleados.
La mayoría de convenios colectivos ya contemplan jornadas laborales iguales o inferiores a las 38,5 horas. Sin embargo, hay un sector en el que el 45% de sus asalariados no podrá compensar el cambio a la reducción de la jornada laboral: el turismo.
No es trabajar menos, es trabajar mejor. El trasfondo tras la reducción de jornada o la semana laboral de cuatro días no tiene que ver con hacer menos horas semanales haciendo las cosas igual. Se trata de optimizar y mejorar los procesos de trabajo para, mediante el uso de tecnología, conseguir los mismos resultados en menos tiempo. Por ese motivo, los participantes en las pruebas piloto de la semana laboral de cuatro días en Valencia y en otros experimentos de todo el mundo, tienen que pasar un periodo de seis meses optimizando sus procesos para ganar en productividad.
Ese mismo proceso de optimización del tiempo de trabajo es el que tienen que asumir todas las empresas antes de afrontar la reducción de jornada a 37,5 horas semanales.
El sector turístico lo ve imposible. Según un reciente informe de Exceltur, 45% del total de asalariados en el sector turístico no podrían compensar la reducción de la jornada laboral a un máximo de 37,5 horas semanales por un “uso más eficiente del tiempo del trabajo”. Esto supone que, un millón de empleados del sector turístico, no podrían reducir su jornada laboral, sin que ello tuviera un impacto negativo sobre las empresas, añadiendo un refuerzo extra para compensar el recorte en la jornada.
El 93,9% de la industria de turismo son pymes sin recursos. Exceltur estima en 2,2 millones los asalariados del sector turístico, de los cuales, 1,2 millones ya tendría una jornada de menos de 37,5 horas, por lo que no les afecta el recorte. Los empleadores del millón restante, asumiría un incremento medio del 4,9% en los costes laborales y un descenso del 8,1% en los beneficios, al tener que contratar a más empleados para compensar la reducción de jornada.
El problema es que el 93,9% de las empresas turísticas en 2023 eran micropymes con menos de 10 empleados y recursos muy limitados. La falta de recursos de estas empresas complica la optimización de los procesos de trabajo para hacer sostenible la reducción de jornada de sus empleados actuales, y les pone en serios aprietos para incorporar a nuevos empleados. A ello habría que sumarle la escasez de profesionales en el sector.
La restauración la más afectada. El informe segmenta el impacto de la reforma de la jornada laboral por subsectores turísticos. El peor parado sería el de la hostelería, con un coste estimado de 1.029 millones de euros y una reducción del 19,1% de los beneficios. Le siguen el sector de los transportes turísticos, con un impacto de 599,7 millones de euros y un recorte del 7,8% en los beneficios. El coste de la reducción de la jornada laboral en el subsector del alojamiento registraría un coste de 403 millones de euros y un descenso del 6,1% en los beneficios.
“Estas ramas son en las que se identifica el mayor número de ocupaciones con dificultades para compensar la reducción de jornada y hay una mayor intensidad en el empleo, con una mayor presencia de pequeñas y medianas empresas”, explica Exceltur en su informe.
Dependencia del comportamiento de los clientes. El principal escollo para la optimización de los procesos en esos puestos de trabajo, además de la falta de recursos para invertir en tecnología, es la dependencia de los hábitos de consumo de los usuarios.
“Los horarios de la mayor parte de actividades turísticas están marcados por los hábitos de comportamiento de sus usuarios y por elementos estructurales que condicionan elementos básicos de la logística para la adecuada prestación de sus servicios, lo que exige la necesidad de disponer de personal en esos momentos en los que se demanda su consumo”. Según la agrupación turística, eso condiciona la distribución de la jornada y requiere presencialidad. “Son horarios ‘no elegidos’ por las empresas sino por los clientes, por tanto, difícilmente modificables”, señalan desde Exceltur.
Imagen | Unsplash (Kate Townsend)