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El coche eléctrico no es para millonarios: el Mercedes EQS se estrella en ventas ante un cliente fiel a la gasolina

La transición al coche eléctrico está empezando a generar algunas dudas. Las ventas de este tipo de tecnología han empezado a estancarse y queda por ver hasta dónde pueden llegar a corto y medio plazo. El segmento del lujo no es una excepción y allí donde parecía que había un amplio nicho de crecimiento, Mercedes tiene muchas dificultades para crecer.

Su Mercedes EQS es un buen ejemplo.

Los objetivos. Desde hace años, las políticas europeas han presionado para saltar al coche eléctrico. El objetivo de no vender vehículos con motores de combustión (neutros en carbono) en 2035 es la gran meta pero por el camino la Unión Europea se ha impuesto un ambicioso punto intermedio en 2030, con una reducción como nunca vista de emisiones con su Fit55.

Al mismo tiempo, Estados Unidos también está creando un plan para, poco a poco, reducir el volumen de vehículos movidos por combustibles fósiles. Además, está presionando, tanto con ventajas fiscales como con aranceles, para que los fabricantes produzcan localmente sus vehículos.

Qué decir de China que cuando Europa y Estados Unidos han querido ponerse las pilas (nunca mejor dicho), el país asiático les llevaba años de ventaja, con una producción total mucho mayor a cualquier otro mercado y un férreo control de las materias primas.

La realidad. Lo cierto es que las ventas de los coches eléctricos han ido respondiendo. Poco a poco este tipo de tecnología ha ido creciendo fuera de China y las tasas de ventas se han ido doblando y triplicando hasta conseguir, por ejemplo, que el Tesla Model Y sea el coche más vendido en el mundo.

Pero también estamos observando un frenazo en las ventas. Uno que tiene sentido. Una vez que los fabricantes han colmado las ansias de sus clientes más adinerados (a quienes vendieron sus primeros coches eléctricos) queda por ver si son capaces de penetrar en la gama media y media-baja con vehículos que convenzan al público generalista.

Esto ha llevado un enfriamiento de la demanda que se está dejando notar en todos los sectores. Ahora la duda es, con el horizonte lleno de promesas de baterías mejores y más baratas, ¿conseguirá popularizarse el coche eléctrico? Expertos como Guillermo García Alfonsín lo ponían en duda en el corto plazo y empezamos a saber si existe un nuevo techo de cristal.

El caso Mercedes. A Mercedes le ha sucedido lo mismo que a muchas otras marcas europeas. Las presiones europeas y sus ventas en China han propiciado que adelantaran anuncios sobre un futuro salto eléctrico a medio plazo. Mercedes lo había planteado para 2030. Ahora lo pone en duda.

La compañía no es la única que recoge cable. El Grupo Volkswagen, otro de los grandes conglomerados que se había lanzado a los brazos del coche eléctrico, empieza a ver con buenos ojos a los híbridos enchufables como etapa intermedia. BMW tampoco está consiguiendo los resultados esperados. Son solo algunos ejemplos.

Y el caso EQS. Mercedes, como muchas otras compañías, entró al coche eléctrico empezando la casa por el tejado. Conscientes de que vender un coche eléctrico les costaría un sobreprecio muy significativo, uno de sus primeros automóviles con esta tecnología fue el Mercedes EQS, la opción completamente eléctrica de su berlina de representación.

El coche se vendió como un punto de inflexión dentro de la marca, como su vehículo más avanzado en décadas y como máximo exponente de su tecnología, con un nuevo lenguaje de diseño tanto por fuera (formas bulbosas alejadas del más clásico Mercedes Clase S) y por dentro (con su hipnótica Hyperscreen).

Los clientes, explican en Bloomberg no han terminado de responder. En 2021 llegaron las primeras unidades y colocaron en el mercado 2.500 vehículos. En 2022, el primer año natural con el coche en el mercado, se vendieron 23.400 unidades. Pero pese a que el coche debería haber seguido creciendo, 2023 ha sido un año fatídico, con una caída del 40% que ha dejado al modelo en 14.100 unidades.

Los motivos económicos. La situación del Mercedes EQS nos dice mucho de la salud del mercado del coche eléctrico. En el diario económico recogen algunas causas puramente económicas que explican la situación y los motivos que tiene Mercedes para preocuparse.

Aseguran en Bloomberg que la guerra de precios vivida en China ha hecho mucho daño a un coche eléctrico que en Europa se vende por encima de los 100.000 euros y que Mercedes se ha resistido a rebajar de precio en Asia. Además, en Estados Unidos se han dado contabilizado grandes descuentos en el alquiler del vehículo, una interesante opción para quien solo necesita el coche muy puntualmente por criterios de imagen.

Además, el coche tiene algunos problemas que señalamos en su prueba. Es un coche con un consumo alto y que cuenta con una batería enorme que necesita, urgentemente, una carga a mayor potencia para reducir sensiblemente los tiempos de carga. Esto mismo es por lo que está apostando gran parte de la industria.

La percepción del cliente. De lo segundo que se habla en el artículo del medio económico es de la percepción que tiene el cliente sobre el Mercedes EQS. En él se menciona que el Mercedes Clase S vendió el año pasado seis veces más que el modelo eléctrico, con su estilo más clásico y tradicional. Señalan que las nuevas formas del eléctrico pueden haber alejado a una clientela muy inmovilista.

Esto mismo comentamos en la prueba del BMW i7 como un valor añadido. Mientras que Mercedes optó por ofrecer un coche eléctrico que se adaptaba a las exigencias de la tecnología (buenísimo coeficiente aerodinámico, por ejemplo), BMW ha optado por ofrecer el mismos coches que un Serie 7, con sus formas cuadradas y angulosas pese a ser una pésima decisión en términos de eficiencia.

El otra derivada es si Mercedes ha descuidado a los pasajeros traseros con el nuevo EQS. Hay que tener en cuenta que gran parte de los compradores de este coche no lo conducen y mientras que la berlina de lujo de BMW está muy enfocada a ofrecer lo mejor de lo mejor (enorme pantalla incluida), Mercedes no ha hecho un coche tan cómodo y disfrutable en sus plazas traseras como es el Clase S. Esto es una verdadera china en el zapato en un mercado como el chino, donde se le da un enorme valor.

El coche eléctrico y el lujo. Otro de los escollos con los que se está encontrando el coche eléctrico es el segmento del lujo. Hace solo unos días que el CEO de Rimac, marca que solo ha fabricado un exclusivo superdeportivo eléctrico, echaba la culpa de que su coche no se vendiera a las decisiones políticas. Considera que las “presiones” políticas por avanzar hacia el coche eléctrico está provocando un rechazo y que cada vez más potenciales compradores prefieren evitar su compra como reacción.

Esto, que no se puede medir con números, puede ser cierto pero también hay que tener en cuenta otros dos puntos. El primero es que, si el mercado generalista avanza hacia el coche eléctrico, el valor añadido en el mercado del lujo será el motor de combustión. Es algo que saben bien en Porsche o Ferrari.

El segundo punto es que coches como el Mercedes Clase S se compran, en parte, teniendo claro que se devalúan mucho menos que otros vehículos. El coche eléctrico, como tecnología que avanza deprisa, que mejora las autonomías poco a poco y que tiene grandes promesas en el horizonte, no está vendiendo en el mercado de segunda mano como gustaría. El producto se devalúa más que otras tecnologías y este es un problema más que sumar al Mercedes EQS.

Imagen | Mercedes

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