Zonas de "meteoalerta": el plan del Ministerio de Sanidad para reaccionar a las olas de calor ante otro verano extremo
Se acerca el verano y, aunque las temperaturas por ahora no nos han dado ningún susto, las autoridades sanitarias y meteorológicas van preparándose para un verano incierto. Por un lado un 2023 sembrado de récords de temperatura augura un nuevo verano cálido, por otro, el tránsito de El Niño a La Niña podría aliviar la situación.
Nuevo plan nacional. El Ministerio de Sanidad activaba ayer el Plan Nacional de Acciones Preventivas contra los Efectos del Exceso de Temperaturas sobre la Salud. Un plan que se mantendrá vigente lo que queda de primavera y verano, hasta el 30 de septiembre.
Según el propio Ministerio, el objetivo de este plan es el de “prevenir y mitigar los efectos negativos que el calor excesivo puede tener sobre la salud de la ciudadanía, especialmente en los grupos de riesgo o más vulnerables, como personas mayores, mujeres gestantes, menores y personas con enfermedades crónicas, así como en aquellos colectivos que desempeñan su trabajo o realizan esfuerzos al aire libre”.
Acotando zonas. Sin embargo la medida más llamativa es la introducción, a partir del 3 de junio, de las zonas de meteoalerta como zona de referencia geográfica. Estas zonas permiten acotar más las zonas donde el calor excesivo pueda traer riesgos para la salud de las personas.
Las zonas de meteoalerta en sí mismas no son nuevas. Son bien conocidas por ser las utilizadas por la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) para sus avisos sobre fenómenos meteorológicos adversos. Incluido el calor.
Cuatro niveles. Lo que veremos a lo largo del verano no distará mucho de lo que hemos visto otros años. El plan contempla un sistema de cuatro niveles de riesgo: verde (ausencia de riesgo), amarillo (bajo riesgo), naranja (riesgo medio) y rojo (alto riesgo).
Informe del ISC3. Estos niveles se basan en los cálculos de umbrales de riesgo en el trabajo elaborado por el Instituto de Salud Carlos III (ISC3). Trabajo que también dio lugar a un estudio sobre las tendencias en duración e intensidad de las olas de calor en el periodo entre 2009 y 2018.
El estudio fue publicado este año en la revista Environmental Sciences Europe. En el artículo el equipo responsable del estudio concluía que era necesaria una definición de ola de calor basada en estudios que vincularan temperatura y mortalidad en lugar de percentiles meteorológicos.
También explicaba la motivación detrás de la zonificación implementada ahora por el Ministerio de Sanidad. “Hay múltiples factores locales, no solo climáticos, sino también de naturaleza social u demográfica, como estructura poblacional, infraestructuras públicas y privadas, servicios sanitarios disponibles y nivel socioeconómico, y muchos más, que pueden modificar el impacto de las temperaturas extremas (…)”, explica el equipo en el texto.
Verano incierto. 2024 ha comenzado como una extensión de 2023 en lo que a las temperaturas globales se refiere, con nuevos récords mensuales (ya suman 10 meses así). Parte de esto se debe al efecto de la Oscilación del Sur de El Niño (ENSO).
En su fase homónima, El Niño se relaciona con un aumento de las temperaturas medias. Sin embargo la sucesión de récords implica la existencia de factores externos como el cambio climático. Aún no sabemos cuándo llegará La Niña (algunos indican que hacia finales del verano), pero este cambio podría servir para aliviar esta tendencia hacia el calor vista en el último año.
Imagen | Umbrales de temperatuda para las distintas zonas isoclimáticas. J. A. López-Bueno et al., 2024