Llevo una década teletrabajando y he descubierto el mejor truco de productividad: planificar un menú de comidas semanal
Como persona con tendencia a la procrastinación, pero que utiliza todas las armas a su alcance para evitarla, he descubierto que lo que más ha contribuido a mi paz mental y a optimizar mi tiempo a diario no ha sido una estricta lista de tareas ni ningún método de concentración: ha sido planificarme los menús de comida diarios para toda la semana.
Aunque trabaje en casa, en realidad, debo cumplir un horario de trabajo como cualquier empleado que va a la oficina y debe tirar de fiambrera o hacer un desembolso adicional para ir a comer a un restaurante.
Eso ha hecho que, en más de una ocasión, me haya levantado de mi silla para comer y me haya enfrentado al abismo de no tener la comida preparada, ni tener idea de qué iba a comer. Si algunos millonarios visten siempre igual para no tener que elegir la ropa a diario, imagina tener que estar dos veces al día (siempre desayuno lo mismo) pensando qué voy a comer o a cenar. Eso, al final, genera estrés y una carga mental innecesaria.
Como procedo a detallarte a continuación, algo tan sencillo como preparar una lista comidas, que habitualmente no me lleva más de 15 minutos de preparar, consigue ahorrarme mucho tiempo, dinero en mi cesta de la compra y, sobre todo, me libera del estrés y carga mental de repetirme al menos dos veces al día la maldita frase: ¿qué voy a comer hoy? Bienvenidos a la inesperada fusión entre cocina y productividad.
El reto de la hoja en blanco. Algo que sucede a menudo cuando inicias un nuevo hábito, es que no sabes por dónde empezar. A mí me pasaba que, en el momento en el que me ponía a planificar el menú semanal, no se me ocurrían qué platos podía preparar.
Algo que me ayudó mucho para coger ideas son los menús semanales que me recomendaron los compañeros de Directo al paladar. Además de ayudarme con las recetas, me sirvieron para descubrir que comer sano y variado no es complicado ni requiere dedicarle demasiado tiempo. Al final, seleccionas una serie recetas recurrentes y las vas alternando cambiando los días, e incorporando o sacando del menú en función de la estación, temporada de los productos frescos, etc.
Ahorro más: solo compro lo que voy a necesitar. Una vez elaborado el menú semanal, el siguiente paso es hacer la lista de la compra. De ese modo, te aseguras de tener en la despensa todo lo que necesitas para elaborar esos platos.
Esto me ha ahorrado mucho dinero ya que me permite mantener a raya los gastos de la cesta de la compra y evitar la compra por capricho. Además, como ya se de antemano qué ingredientes voy a necesitar, puedo ahorrar con las ofertas del súper en 2×1, o con los envases familiares.
Soy más sostenible: la comida no se tira. Directamente relacionado con el punto anterior, al comprar la cantidad de comida y los productos que necesito para las recetas de esa semana, el desperdicio de comida se reduce drásticamente. Nada de verduras pochas en la nevera ni productos pasados de fecha. Se compra y se consume en cuestión de días. La comida no se tira.
Comidas más saludables: nada de precocinados. Llegar con hambre delante del frigorífico y no tener nada preparado es una trampa que te lleva a prepararte lo primero que pillas… que acostumbra a ser un plato precocinado en el mejor de los casos. Tener el menú preparado ha mejorado la variedad de mi dieta y, sobre todo, su calidad. ¡Nada como la comida casera!
Optimización del tiempo: ¿Qué es el ‘batch cooking’?Los anglicismos lo copan todo, pero, en realidad, lo que ahora se conoce como batch cooking es lo que miles de madres y abuelas han llamado de toda la vida prepararse los táperes de la semana. En resumen, batch cooking es prepárate de una tacada todos (o la mayoría) de los menús de la semana, aprovechando cocciones. De nuevo, de eso saben mucho más que yo los expertos.
Por ejemplo, preparas un cocido, y de él puedes sacar varias raciones (que irán al congelador), sopa para otra comida y algún puré con la verdura. Tres platos por el precio y el tiempo de uno. De la misma forma, puedes preparar algo más de arroz y utilizarlo para una ensalada o como guarnición para acompañar una porción de carne o de pescado, aunque la ciencia tiene algo que decir al respecto.
Es complicado cubrir todas las comidas de la semana con una sesión de batch cooking. A veces necesitarás cocinar algunos alimentos al momento (carnes o pescados a la plancha, por ejemplo), pero a cambio consigue ahorrarte mucho tiempo y te dará grandes alegrías al saber que siempre tienes el as en la manga de sacar uno de los táperes que atesoras en el congelador.
Menos carga mental: adiós al odioso “hoy qué como” A nivel mental, despreocuparte de pensar cada día qué vas a comer, es toda una liberación. La noche anterior miras qué toca al día siguiente por si tienes que sacar algo del congelador para prepararlo y listo.
No tener esta planificación diaria implica tener que pararte a pensar en las distintas recetas, tener en cuenta que sean fáciles y rápidas de preparar, tener todos los ingredientes, etc. Eso, ¡dos veces al día! Créeme cuando te digo que eliminar esa decisión ha sido una de las tareas más productivas de mi día a día.
Es un menú, no los diez mandamientos. Cabe destacar que, la elaboración de los menús semanales, son una gran ayuda, pero no pasa nada si un día te apetece otra cosa y a media semana cambias su orden o te lo saltas para ir a comer o a cenar con un amigo.
Al igual que sucede con las listas de tareas, el principal beneficio de planificar el menú es evitarte la carga mental durante la semana, y organizar todo lo relacionado con su preparación, evitándote divagar y perder el tiempo en tareas improductivas. ¡Quien me iba a decir a mi que la tarea con más impacto en mi jornada laboral iba a ser organizar mis comidas de la semana!
En Xataka | Seis hábitos simples que te ayudan a mejorar tu concentración para ser más productivo
Imagen | Pexels (Vlada Karpovich, cottonbro studio