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Las empresas de China están organizando sus propias milicias. La gran incógnita es: para qué

En China están recuperando una antigua costumbre que vivió sus años dorados durante los tiempos de Mao Zedong, sobre todo entre los 50 y 70: la formación de milicias. Lo curioso es dónde y sobre todo quiénes están impulsando esas unidades voluntarias formadas por ciudadanos y que se conocen como Departamentos de las Fuerzas Armadas del Pueblo (PAFD). Su impulso está cuajando en las empresas, sobre todo las estatales, aunque hay casos también en corporaciones privadas.

La gran pregunta que deja la tendencia es… ¿Para qué?

Del mono de trabajo al uniforme. El fenómeno lo señalaba ya en febrero Financial Times. Tras examinar anuncios de empresas e informes publicados en medios estatales a lo largo de 2023, el diario británico llegaba a la conclusión de que docenas de empresas chinas se han dedicado a establecer nuevos PAFD. Y en un tiempo relativamente breve. En concreto, habla de que las unidades se pusieron en marcha en cuestión de “meses”. Entre las compañías que movieron ficha hay empresas estatales, pero también un gigante lácteo de propiedad privada.

La cadena CNN, que se ha encargado de investigar la tendencia de las milicias corporativas en China, hablaba hace dos meses y medio de al menos 16 grandes empresas con unidades creadas a lo largo de 2023. En su análisis destacaban sobre todo las firmas de propiedad estatal, conocidas como SOE, ligadas directamente al gobierno central o a las autoridades regionales, pero citaba también algún caso concreto en el que la administración no tenía mayoría en la toma de decisiones.


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Pero… ¿Qué clase de empresas? El listado es amplio. Los medios que han analizado la creación de milicias citan a una empresa promotora y constructora de propiedad estatal, un productor de lácteos de China también de titularidad pública, varias firmas dedicadas a la construcción, el transporte y suministro de agua, una entidad financiera… Sus ubicaciones se repartían a lo largo del país, desde Jiangsu a Shanghái, Guangdong o Hubei. En Qinhai, al noroeste de China, un banco estatal que destaca como prestamista informaba hace poco de que había organizado a parte del personal de una de sus filiales para formar una milicia.

Si hay un caso que ha llamado la atención es sin embargo el de Yili Group, una empresa privada con sede en Mongolia Interior que destaca por su gran peso en el sector lácteo. A finales de 2023 se convirtió en la primera gran compañía china de control privado que, al menos en los últimos años, creó una unidad PAFD.

¿Milicias, para qué? La pregunta del millón. La de Yili se constituyó por ejemplo como una fuerza de defensa que pueda “servir en tiempos de paz, hacer frente a emergencias y responder en tiempos de guerra”, como la definió Huang Zhiquiang, vicepresidente ejecutivo de la Región Autónoma de Mongolia, durante un acto en Hohhot. La unidad quedó además bajo la dirección de la guarnición del Ejército Popular de Liberación (EPL) de Mongolia Interior y el Partido Comunista.

Algo similar ocurría con otra formación de Shanghái, cuya supervisión quedó también encomendaba a la guarnición del Ejército Popular de su territorio. Una compañía que organizó hace poco a parte de su personal en una milicia, el banco ICBC, asegura que su fin es “contribuir con su fuerza a la defensa nacional”. Para lograrlo dispone de uniformes, instalaciones y centro de mando. Otra citaba entre sus objetivos ayudar al ejército a emplear a sus veteranos o reclutar soldados.

Como la National Guard. Sus explicaciones dan una idea aproximada del enfoque de estas milicias, unidades que en realidad tienen más en común con la Guardia Nacional de EEUU, una fuerza de reserva formada por voluntarios, que con organizaciones paramilitares privadas o corporativas. Las unidades PAFD las forman civiles que conservan sus empleos y están disponibles para intervenir en casos concretos, como desastres naturales o —precisa la CNN— ayudar a mantener el “orden social”. También para prestar apoyo en tiempos de guerra. Son, a su modo, fuerzas auxiliares preparadas para apoyar al ejército chino.

“Las PAFD forman parte del EPL y están integradas por personal del ejército. Dependen de los mandos de los distritos y subdistritos militares del EPL y se consideran parte del sistema de milicias. Las unidades de milicia son soldados a tiempo parcial reclutados por los gobiernos locales de acuerdo con las indicaciones de la Comisión Militar Central y el Consejo de Estado”, explica en The Diplomat Timothy Heath, experto en defensa. Las milicias también existen más allá de las empresas, de la mano de administraciones regionales y universidades.

Ni nuevas, ni desconocidas. Quizás sorprenda el renovado impulso de las milicias entre las empresas, pero el concepto no es ni mucho menos desconocido en China. De hecho su historia se remonta a antes de la fundación de la República Popular y están documentadas ya en la década de 1920. Durante su gobierno Mao las aprovechó para afianzar su poder y las unidades gozaron de buena salud, sobre todo en los 50. La CNN precisa que, en su mejor momento, cuando se extendían y el país afrontaba tensiones con EEUU, llegaron a suponer un porcentaje relevante de  la población. Otras fuentes hablan de 30 millones en fechas más recientes.

A partir de 1976, tras la muerte de Mao y con el país orientado hacia nuevos objetivos de desarrollo económico, el arraigo de las milicias empezó a resentirse en China, aunque manteniéndose en valores más que considerables. A comienzos de la década pasada, en 2011, sumaban alrededor de ocho millones de miembros.

“Las unidades PAFD tuvieron un papel relevante en la movilización política durante los años de Mao. Después de que el Partido Comunista abandonara el maoísmo, las PAFD se dedicaron a tareas como ayudar al reclutamiento para el EPL y entrenar, organizar y dirigir unidades de milicia”, comenta Heath: “Bajo el gobierno de Xi, las PAFD ampliaron su presencia en las corporaciones”.


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Pero… ¿Y por qué se organizan? La otra gran pregunta. Análisis cómo los realizados por Financial Times, la CNN o The Economist muestran un aparente nuevo impulso de las milicias en entornos empresariales, sobre todo en empresas estatales, así que la pregunta que surge de forme inmediata es: ¿Por qué? ¿Con qué propósito? ¿Están enfocados a la defensa frente a oponentes extranjeros?

Complejidad mundial. Al fin y al cabo Pekín afronta un escenario geopolítico complejo, muy marcado por las tensiones en Taiwán, las tiranteces en el Mar de China Meridional y sus derivas en la relación con EEUU o el acercamiento a Vladimir Putin con el telón de fondo de la guerra de Ucrania. Para los analistas, sin embargo, el impulso de las unidades PAFD debe entenderse más en clave nacional que internacional. Su organización, aclaran, se presta sobre todo a una lectura en clave doméstica que a preparativos ante una movilización militar contra potenciales enemigos extranjeros.

“La mayor presencia se debe principalmente a los temores sobre una creciente inestabilidad social debido a la desaceleración de la economía, el alto desempleo, los conflictos laborales y los persistentes problemas de mala gobernanza”, comenta Heath: “Las PAFD pueden monitorear disturbios, recopilar inteligencia, movilizar milicias y otros recursos para ayudar a la policía a reprimir protestas o responder a emergencias que podrían agravar los disturbios. También pueden llevar a cabo propaganda patriótica, como actividades educativas en escuelas o fábricas”.

“Estabilidad social”. Para el experto la activación de unidades PAFD “es un síntoma de la preocupación de los dirigentes por la inestabilidad interna”. Y puesto que hay docenas de empresas, sobre todo estatales, que se han lanzado a impulsar milicias en un período de tiempo breve, en su opinión todo indica que la tendencia está planificada. “Es casi seguro que se dirige de arriba hacia abajo”.

El fenómeno llega además en un contexto nacional especial, con factores que van más allá de las tiranteces geoestratégicas que afronta Pekín fuera de sus fronteras. En casa, está reciente aún el recuerdo de la estricta política de “COVID Zero” y las protestas que generó y las autoridades lidian con una gravísima crisis inmobiliaria, paro juvenil, deflación… y sobre todo ha visto aumentar las movilizaciones en las calles. Si en 2022 se registraron 830 huelgas y manifestaciones de carácter laboral, el año pasado fueron 1.794. Otro factor relevante pudo ser la propia pandemia.

Un reflejo de la sociedad. “La expansión de los PAFD al sector empresarial refleja tendencias en China en las que las preocupaciones por la seguridad son cada vez más inseparables del desarrollo. A medida que la economía se debilita y las expectativas de la gente aumentan después de años de crecimiento, el Estado está luchando por satisfacer las demandas del público”, apostilla Heath.

“El descontento por las deficiencias del Estado ha aumentado las preocupaciones sobre la seguridad y la estabilidad social en Beijing. En consecuencia, el gobierno ha invertido más recursos en monitorear la sociedad y reforzar los controles. La expansión del PAFD al sector empresarial refleja estas tendencias generales”

Imágenes | Mitya Ku (Flickr)

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