Tras décadas investigando con ratones, acabamos de confirmar que ellos también nos investigan a nosotros
Se abre el telón y solo se ven dos ratones charlando entre ellos en una caja de Skinner. Uno le dice al otro: “no te puedes hacer una idea de lo condicionado que tengo a ese tipo. Cada vez que presiono la palanca, me deja caer un trozo de comida”.
Hasta hace pocos días, era solo un viejo chiste de psicólogos. Pero ahora acabamos de confirmar que resulta que, efectivamente, que los ratones sí que “juegan” con nosotros.
¿En qué piensan los ratones? O, al menos, eso es lo que cree Kishore Kuchibhotla, neurocientífico de la Universidad Johns Hopkins que lleva años trabajando con ratones. Desde hacía mucho tiempo, Kuchibhotla llevaba dándole vueltas a la idea de por qué, a menudo, los roedores fallaban en pruebas que ya habían aprendido a resolver. Su primera hipótesis era que tenía que ver con el estrés.
El laberinto del estrés y la memoria. No era una hipótesis demasiado exótica. Es estrés tiene importantísimo efectos sobre la memoria y, en términos generales, su impacto siempre suele ser negativo. ¿No tenía sentido que los ratones, sometidos a entornos artificiales y específicamente diseñados para ponerlos a prueba, sufrieran trastornos desadaptativos de forma recurrente?
Y claro que podía ser, pero había algunas cosas que no terminaban de cuadrar. Así que Kuchibhotla y uno de sus estudiantes de posgrado, Ziyi Zhu, decidieron diseñar un experimento con el que poder estudiar si esos errores eran ‘fallos’ o eran algo más.
El experimento. El funcionamiento era muy sencillo: los investigadores presentarían dos sonidos a los ratones. Uno de ellos les indicaban que giraban la rueda a la izquierda y otro a la derecha. Cuando acertaban eran recompensados. Lo que descubrieron es que, efectivamente, una vez que los roedores comprendían el mecanismo, empezaban a fallar de formas distintas (como moviendo la rueda hacia un lado y luego rápidamente hacia otro).
Lo curioso es que, si mientras hacían alguna de esas experimentaciones, los investigadores decidían no recompensar, en los ensayos posteriores el animal lo hacía mucho mejor… hasta que volvían a experimentar con errores de otro tipo.
Lo que se esconde bajo el error. Es decir, los investigadores se dieron cuenta de que los ratones “estaban explorando” y desarrollaban distintas estrategias para conocer mejor cómo funcionaba la tarea en profundidad, explicaba Kuchibhotla. En el fondo, según defienden, los ratones les estaban tratando de “engañar al sistema” para conocer su funcionamiento.
En este sentido los investigadores se mostraron muy autocríticos. “Los errores durante el aprendizaje de animales a menudo son considerados como errores”, explicaba Zhu. Pero lo que estaban viendo es que “no todos los errores son el mismo tipo de error”.
¿Qué significa todo esto? Este trabajo es una confirmación más de la proverbial tendencia humana a pensar todo en sus propias categorías. Como decía al principio, la idea de que los ratones, palomas y conejos también tenían sus propias dinámicas es una idea que ha estado en la psicología desde el principio. Sin embargo, siempre ha sido una idea auxiliar.
Y parece que va siendo hora de tomársela en serio.
Imagen | Jay Nlper
En Xataka | El experimento que comenzó con 8 ratones en 6,5 m2 y acabó en una masacre de cientos de ellos muertos